martes, 30 de septiembre de 2008

China para incrédulos

Me temo que hoy los densos nubarrones con los que se ilustra gráficamente en los periódicos el momento crucial que vive Wall Street van a empujar a planos muy inferiores el último éxito del gigante asiático que ha vuelto a sorprender al mundo al completar su primer paseo espacial, irrumpiendo de lleno en la carrera cósmica que hasta ahora disputaban Estados Unidos y Rusia.

China, que hasta hace poco escasamente entraba en nuestra cotidianidad a la hora de elegir una comida exótica, sigue reclamando nuestra atención, en ocasiones desviada hacia acontecimientos no deseados que inesperadamente pueden afectarnos, como esa inspección de productos chinos que continúa en varias comunidades y que ha detectado en Sevilla, Madrid y Murcia caramelos que podrían ser tóxicos y aparece en el horizonte con presencia cada vez más nítida como la gran potencia emergente de esta época.

Los hechos demuestran día a día que su crecimiento es imparable en todas las facetas. Hace ya tiempo que su economía comenzó a despuntar, aspirando a sustituir a Japón en Asia e incluso a recoger, en un futuro ya no tan lejano, el testigo de Estados Unidos como potencia hegemónica.

Este verano, el país ha sido una vez más el objetivo de todas las miradas, tras organizar los Juegos Olímpicos más espectaculares de la Historia. Y, ahora, China demuestra que sus ambiciones de crecimiento van a más. A mucho más.

Yo, de verdad, hasta el momento, todo esto lo ponía en duda. Confieso mi incredulidad más tozuda.Pero ya no tengo más remedio que dar humildemente mi brazo a torcer. Ayer he visto en “Andalucía directo” de Canal Sur un magnífico reportaje en el que una modesta artesana de Herrera, el antiguo pueblo sevillano del marquesado de Estepa, se lamentaba del crecimiento de sus existencias sin vender en los almacenes ante la feroz presencia en su mercado del competidor chino.

Se preguntarán ustedes que a qué se dedican los talleres de esta llorosa señora –de elegante presencia ante las cámaras, todo hay que decirlo- y les voy a sacar de dudas inmediatamente. ¿Saben cual es el producto que confeccionan mimosamente con ágiles y delicadas manos femeninas ?... Tricornios de la Guardia Civil.

No.No tienen que visitar al oculista de la esquina a toda prisa eludiendo los tropezones. Tricornios de la Benemérita. Como lo leen.

La señora además explicaba detalladamente el proceso fabril de tales cubrecabezas castrenses heredados de los primitivos de las huestes del bizarro Duque de Ahumada y los telespectadores podían enterarse cómo el interior conformado a medida de la cabeza es de lámina de corcho que, con el transcurso del tiempo, se amolda a las medidas craneales y es protector del calor y el frío y cómo todo se corresponde con las reglas de ordenanza.

Los tricornios chinos no tienen de corcho ni dos tapones… se saltan con el mismo ímpetu de sus recientes Olimpiadas las normas de reglamento del Benemérito Instituto y el material que lo cubren es más endeble… Pero son más baratos. ¡Ay! .Y en este pais de los ahorros del chocolate del loro para compensar entre otros agujeros a babor y a estribor de la naufragante barca de las arcas públicas los dispendios a las sedicentes asociaciones culturales de la Memoria Histórica, se importan los tricornios chinos y se dejan en el almacén los de la señora de Herrera para que lo cuente en la tele de todos los andaluces.

Yo me he imaginado un festival taurino en el que a Manuel Jesús El Cid, a José Tomás y a Miguel Ángel Perera, por ejemplo, dicho sea como paradigmas del valor, los vistan de corto, con sus chaquetillas ajustadas, sus zahones y todos sus complementos del traje andaluz, para enfrentarlos a un encierro compuesto por reses de Miura, Victorino y Cebada Gago y los cubran no con productos de artesanía de los escaparates de Maquedano sino con sombreros anchos de cartón comprados en un chino y me he dicho que no sé a dónde vamos a llegar, pero que China desde luego lo debe saber muy bien. Aquí, en España, ha empezado por subirse a la cabeza de la Guardia Civil.

3 comentarios:

Juanma dijo...

Lo cual no es moco de pavo, querido maestro...lo de subirse a la cabeza de la Guardia Civil. Tendremos que pasear con la mirada hacia los cielos por si, de pronto, vemos una planta de pie de número inconmensurable y presta a pisarnos. El gigante chino está al caer.
Qué placer leerle.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

http://www.abc.es/20080930/nacional-sociedad/sanidad-inmoviliza-piruletas-chocolate-200809301333.html

Esto tambien es china

arimatea en el exilio dijo...

Así es, ahora con la crisis y la globalización los pequeños comercios de barrio desaparecen y todo lo acaparan los centros comerciales. Solo sobreviven las tiendecitas de ultramarinos los llamados "desavios".
En mi barrio hay uno, está abierto de siete de la mañana a dos de la madrugada, lo regenta, como no podía ser de otra manera,una china y se ha puesto de nombre Maria.
A ver que españolito medio es capaz de hacerle la competencia.