jueves, 9 de octubre de 2008

La confianza

Uno de los sinónimos de creencia, credulidad, seguridad o certidumbre es la confianza. Y si se continúa la búsqueda de palabras afines se encuentra crédito y optimismo.

La confianza es como una actitud de ida y vuelta. Yo confío en ti y tú confías en mí. Yo no te engaño y tú no me engañas tampoco. O sea que también es esperanza asentada en firmeza. Por eso la mentira no es la mejor maceta para sembrarla.

Resulta ahora que la crisis que durante tanto tiempo vino negándose desde las más altas instancias del poder (y era mentira) tiene un culpable directo al que empiezan a señalar todos los dedos acusadores: la confianza.

No es ocioso que en la relación de sustantivos encadenados que figuran en el primer párrafo hayan caído tan cercanas que casi se rozan entre sí la confianza, el crédito y el optimismo.

A nadie le dan un crédito si no infunde confianza y la negativa a concederlo sume al peticionario en el oscuro precipicio del pesimismo que es el polo opuesto de la satisfacción y la sonrisa optimistas.

Alguien definió una vez la decepción como la sensación que nos invade cuando descubrimos que el director del banco que se sienta tras la mesa sobre la que ha caído nuestra petición de préstamo es un señor en todo diferente al sonriente caballero que nos viene invitando desde la televisión a que le pidamos dinero. (Bueno eso era antes. En la televisión de ahora no aparece nadie con ese mensaje anticuado. Así va Prisa, sin publicidad suficiente, deseandito que le entre por las puertas un mejicano con dinero para venderle Digital Plus)

Hay que despertar confianza. Y generarla. Hay que creerse que todo va bien. Y hay que decirlo en voz alta y escribirlo con letras del cuerpo treinta por lo menos y, actuando así, la crisis si no se arregla del todo, es posible que la dejemos más reducida.

Los que tienen sus planes de pensiones en el banco, los que han guardado sus ahorros en una entidad financiera, quienes abrieron una cuenta de ahorro-vivienda y todos aquellos que han confiado en poner a resguardo y en crecimiento los resultados monetarios de sus sudores y penalidades laborales… ya saben lo que tienen que hacer: confiar.

Ya se reunieron los banqueros y el Presidente del Gobierno. Sonrieron. Se hicieron la foto y el Presidente proclamó después solemnemente las medidas que se tomaban.
Los ahorros de los españoles están garantizados hasta un máximo de 100.000 euros por titular y entidad bancaria. Y, además, el Ejecutivo ha acordado la creación de un fondo con cargo al Tesoro de 30.000 millones de euros —ampliables a 50.000 millones- para fortalecer el sistema financiero.

Antes de ello, unos y otros ingirieron los comprimidos de confianza que les había recetado el Doctor Economicus.

-- Y ¿quién más tiene que confiar?...

-- Pues usted mismo para que deje su dinero quietecito donde está.

-- ¿Yo?... -- Me preparo para resistir las preguntas embarazosas-- ¿Y está seguro de que la dosis esa se la habían tomado cuando negaban la crisis?

¿Cómo puedo saber que en esta ocasión les hará efecto?

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