miércoles, 19 de noviembre de 2008

Y, al final, se acertó.

¡Cuánto trabajito, Dios mío!... Ya era difícil volver a errar otra vez… Hubiera sido como página digna de Guinnes de los records. El Consejo se amarró los machos y, por fin, pulsó la tecla. Y salió el Señor de los Gitanos.

Yo le dije cuando pronuncié su XVI Pregón el 16 de marzo del 2001:


Señor de Los Gitanos macilento
broncíneo, que te acercas a mi orilla
¿qué tienes que se doble mi rodilla
ante tu dulce faz en movimiento?

Cornetas y tambores en sustento
del bravo corazón de tu cuadrilla
pusieron – nueve marchas – de puntilla
el alma de quien viera tal portento

¡Qué entrada más genial en la Campana
en esa chicotá que nadie acaba!
Mi hija que es más paya que gitana

contó que nunca vio tal gallardía.
Lloró mi hija cuando lo contaba.
Lloré también, Señor, mientras lo oía.

Cuando escribí esto, yo, siempre nazareno del Calvario, no había podido ver nunca al Señor de los Gitanos entrar en Campana. Este año, al fín, lo vi. Y luego me desplacé a la Plaza del Duque para acompañar con la mirada la secuencia completa de la aparición célica de la Virgen de las Angustias.
Torpemente entonces garrapateé en unos versos todo lo que aquella escena me sugería:

Iba el azul estrenando
amaneceres de plata
y se prendó del encanto
de una morena muy guapa.
Iba la noche tejiendo
leves estelas en malva
y se quedó retardando
su despedida anunciada.
Y, entre la noche y el día,
esa morena gallarda
quiso que el tiempo que huye
por una vez se parara.
Era al perderse las sombras
de la cabal madrugada.
Era en Sevilla, en el Duque,
y la morena se llama
María de las Angustias
Y es beluñí y es gitana.
Iba en su trono de reina
en corazones izada
con el latir desbocado
de costaleras hazañas.
Todo el azul en su manto…
Toda la luz a sus plantas…
Toda la noche vencida
atenazada a su espalda.


Un airecillo valiente
las claridades soplaba
con rayos tenues de sol
hechos de flechas doradas.
Desde terrazas subidas
en verticales fachadas
gotas de flores caían
en una lluvia de nácar.
Y, por el ámbito entero,
lleno de gozo, en la plaza
músicas, cantes y aplausos
áurea amalgama formaban.

Fue ese momento sublime
que se eterniza en el alma:
La Virgen de los Gitanos,
un Viernes por la mañana.

Su Hijo el Señor moreno de la Salud presidirá este año, el dos de marzo de 2009, primer lunes de Cuaresma, el Vía Crucis de las Cofradías. Esta vez el Consejo acertó sin titubeos.

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