martes, 6 de enero de 2009

Contrastes de horror y muerte.

Nos hemos acostado tarde haciendo paquetes.Escribiendo leyendas presuntamente ingeniosas. Anotando nombres.Envolviendo regalos en coloreados papeles. Y por la mañana hemos vuelto a repetir invenciones hermosas, que bien sabemos que disponen de bases sólidas aunque nunca dejen de ser imaginadas.

Ha sido el tradicional reencuentro de la fabulación y el dato.De la leyenda y la historia. Y todo para que ellos sean felices. Los mayores nos hemos levantado activando nuestras grabadoras y cargando las pilas de nuestra ingenuidad artificial para robar sonrisas a nuestros niños y propiciar el dibujo de esos gestos de infantil ambición cumplida que nadie pudo regalarnos en nuestra lejana infancia de miedos y carencias.

Y, cuando intercambiábamos felices las sonrisas abiertas, el periódico ha sacudido nuestra sensibilidad con el horror de la guerra.Y una caravana de féretros tiernos con la sonrisa de los ángeles petrificada en sus rostros quietos, brutalmente inmovilizados por las bombas de la invasión israelí en la franja de Gaza ha desfilado quedamente ante nuestra mirada alegre ensombrecida de golpe.

No ha quedado ahí detenida nuestra lágrima. Otra noticia periodística ha dado cuenta del hallazgo del bebe de una niña en la playa Huelin de Málaga y, posteriormente, la ha completado diciendo que los investigadores manejan la hipótesis de que la niña aún estaba viva cuando la arrojaron al mar, a tenor de los resultados de la autopsia que se practicó en las dependencias del Instituto de Medicina Legal de la Costa del Sol, lo que añade aún más dramatismo a este macabro suceso.

La investigación, a cargo del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, se centra en identificar a la pequeña y a sus progenitores. El hallazgo del cadáver se produjo el domingo sobre las 9,30 de la mañana. Un hombre que caminaba por la playa de Huelin encontró el cuerpo de la pequeña en la orilla del mar.
Las fuentes consultadas confirmaron que la niña sólo tenía unos días de vida, probablemente menos de una semana. No en vano, aún llevaba la pinza que se le coloca a los bebés en los hospitales al cortarles el cordón umbilical.

Las primeras pesquisas apuntan también a que el cuerpo estuvo muy poco tiempo en el agua. De hecho, otra de las pistas con las que cuenta la policía son los testimonios de varios testigos que aseguraron haber visto a un hombre en la orilla de la playa con un carrito de bebé poco antes de que se hallara el cadáver en la arena.

Hay que localizarlo urgentemente. Y detenerlo. Y mostrar su rostro.Hay que mostrar los rostros de estos crueles asesinos.No para pagarles con el mismo horror y la moneda misma, cosa que está a abismal distancia de los que odiamos la pena de muerte, sino para encarcelarlos con el peso de una ley que cada vez debe ser más protectoramente rigurosa ante estos depredadores de la infancia.

Lo lo piden y lo exigen la civilización, el sentido común y, en el Día de hoy,los Reyes Magos.

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