jueves, 26 de febrero de 2009

El llamador para Manuel Román.

Que los cofrades son agradecidos es cosa que no se duda. Que lo saben demostrar y aprovechan las ocasiones para hacerlo, también. Y, además, que acumulan unas maneras y costumbres alambicadas a lo largo de los siglos que suelen envolver sus manifestaciones de agradecimiento en el celofán de un regalo festivo.

Canal Sur Radio, que cumple veinte años en antena, ha entregado su ultimo “llamador”,distinción anual del programa de cofradías del mismo nombre, a Manuel Román Silva, presidente que ha sido hasta hace poco del Consejo General de Hermandades de Sevilla. El acto ha tenido lugar, como viene sucediendo en los últimos tiempos, en el Teatro Lope de Vega, amenizado por la Banda Sinfónica Municipal . Ha estado bien, pero ha podido estar mejor.

¿Por qué dices eso?... podrá preguntarme mi mujer que, como siempre, me acompaña en estas convocatorias. Y le voy a contestar lo mismo que estoy escribiendo aquí. A saber: Que su contenido me ha parecido más de celebración radiofónica que cofrade… que algunos discursos han sido largos, y no, precisamente, el del homenajeado… y que ha faltado la representación cualificada de la ciudad, es decir la del alcalde que ha sido quien ha entregado el premio en ocasiones pasadas.

Todos estos aspectos negativos los ha suplido la grey cofrade con una asistencia masiva en la que menudeaban los rostros conocidos desbordada en aplausos prolongados y fervorosos ante la presencia del homenajeado y tras sus emocionadas palabras.

Han sobrado igualmente, en mi criterio, algunos efectos festivos destinados al parecer por los responsables del programa a crear un clima de cierta informalidad, relajado y distinto a lo que se supone ha de encorsetar una ceremonia como ésta y han faltado más marchas procesionales que un público tan caracterizado como el que ha colmado íntegramente las localidades del exquisito coliseo, se supone que espera de una formación musical de la calidad y el prestigio que ha alcanzado la Municipal sevillana.

Todo es opinable. Pero lo que no admite discusión ni excusa es la ausencia de la primera autoridad municipal, relevante en ocasiones anteriores y sin explicar siquiera en ésta. Caben muchas disculpas. Incluso reales e ineludibles. Pero había una magnífica instalación de video en cuya pantalla gigante ubicada en el foro del escenario se fueron proyectando diferentes secuencias a lo largo del acto.

Si don Alfredo estaba ocupado, desplazado lejos de su despacho o pendiente de otros menesteres de calado mayor, debió justificarlo personalmente, aunque fuera en una grabación proyectada en ella y hacer presente al homenajeado el agradecimiento de la ciudad por todos los desvelos y servicios prestados durante sus largos años trabajando para los sevillanos desde el Consejo de Cofradías.
Emilio Carrillo habría procedido así.

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