martes, 10 de marzo de 2009

La matanza de los inocentes

“Llega una mujer muy asustada al consultorio de su ginecólogo y le dice:

-- Doctor, por favor ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro...

El médico se la queda mirando y le pregunta:

-- Entonces ¿que quiere que haga?

-- Interrumpir el embarazo. Quiero contar con su ayuda.

Reflexiona el galeno y, al cabo de algún tiempo de silencio, dice a la mujer:

-- Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.
La mujer sonríe confiada. Él sigue hablando:

--Le propongo acabar con la vida del niño que está en sus brazos. Usted podrá relajarse para tener el que espera y disfrutará de un periodo de descanso hasta que nazca. Si vamos a matar, no hay diferencia entre uno y otro.

La mujer le atraviesa con una mirada mezcla de indignación y susto y grita:

-- ¿Asesinar a mi bebe? ¡Que horror! ¿Y usted dice que es médico?...¡Matar a un niño es un crimen!

El doctor no la deja terminar:

-- Pienso igual que usted, señora. Estaba seguro que coincidiríamos. No hay la menor diferencia entre matar un niño que ya nació y matar a otro que está por nacer y que crece vivo en el seno materno. El crimen es exactamente el mismo.”

Me cuenta esto un antiguo amigo, médico. Creo que se especializó en traumatología. Y que ejerce en un pueblo de Valencia. Hacía tiempo que no sabía de él. Estuvimos juntos en el Campamento de Montejaque.

Hoy al abrir mi correo electrónico he encontrado el texto que termino de copiar.

Es evidente que con la modificación de la Ley del aborto se intenta desviar la atención de la gravísima crisis que sufrimos. Sin embargo, el hecho es tan grave que no puede ser calificado simplemente de cortina de humo aunque este sea uno de sus objetivos.

Leí ayer en el ABC que las Hermandades de Sevilla empiezan a movilizarse contra ella. Me parece muy bien. Falta hace. Se lo diré a mi amigo por si dispone de otros testimonios tan elocuentes como el que acabo de transcribir.

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