domingo, 6 de diciembre de 2009

La auténtica afición taurina de los pueblos.-

Si usted recibe diferentes invitaciones para actos diversos que coinciden en el día y la hora, lo que suele ser habitual en estas fechas, y titubea su decisión, elija la de la peña taurina del pueblo que suele visitar para no perder su contacto con las raíces profundas de un determinado andalucismo, si es que también es usted aficionado a la Fiesta.

Por aquí ya sabe que decimos Fiesta y nos entendemos todos. Si… Dios no lo quiera, estuviéramos por allí arriba donde al champán le llaman cava, la fiesta no tendría nada de ídem con el aguafiestas merodeando torcido con su cuadrilla entre crucifijos resistentes en los cementerios y estatutos nonatos en los tribunales.

Pero aquí afortunadamente la Fiesta es la españolísima de los toros que, cuando los cosos se cierran al aguardo de temporadas venideras, se refugia aterida de frío o mojada de escasa agua, en esas asociaciones culturales de los pueblos andaluces y, sobre todo,aljarafeños, que son las Peñas Taurinas.

En la actualidad, el contraste que mide el peso en oro de un torero, es su Peña. La idea habrá nacido buscando paredes para colgar cabezas de cornúpetas desorejados y exultantes fotos coloreadas en las que se confunden los rostros de algunos de los peñistas con el del espada triunfador a cuyos hombros llevan. Y ahora estará funcionando como todas, entre entusiasmos, decepciones y proyectos, sobre conversaciones mezcladas en torno al toreo y visionados, repetidos mil veces, de las faenas inconmensurables del maestro recogidas mimosamente en los deuvedes.

En estas fechas organizarán alguna que otra reunión, en la que invitarán a alguna figura señera del arte de Cúchares que compartirá mesa presidencial. La llamarán jornada de convivencia o de cualquier otra forma más o menos elocuente. Si le invitan no se lo pierda. Allí se darán cita los socios habituales y los esporádicos, los que acuden todos los mediosdías en busca del mosto y las aceitunas recién aliñás y los que aparecen como las aves migratorias. Y se hablará de toros con sabiduría, profundidad y respeto.

Si José Tomás que dicen que, para sentirse unido a una empresa por un contrato y, tal vez, añado, superar su natural desconfianza comercial, hace firmar al empresario algo así como un voluminoso libro de un dedo de lomo, les conociera y tratase a fondo, tiraría el bolígrafo. No hay gente más honrada, ni más cumplidora, ni con más aquilatada afición.

Por eso el Cid se siente a gusto en la suya y presidió la otra noche junto a Julio Pérez Vito como figura histórica invitada, un encuentro del que hablarán lenguas. Si usted es buen aficionado y tuvo la suerte de ser uno de los numerosos invitados que llenaron el salón de actos de la Peña que tiene el torero en su localidad natal de Salteras, enhorabuena.

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