miércoles, 9 de junio de 2010

Un diagnóstico casi acertado

El premiado novelista y articulista de “El Pais” Juan José Millás ha reflexionado sobre la actual situación de la economía española planteando unas inquietantes reflexiones.

Escribe Millás que tenemos como reino y como individuos una deuda que nuestros acreedores desconfían de cobrar y estos prestamistas,preocupados de súbito por nuestra insolvencia, envían a sus matones financieros con el siguiente mensaje:reduzcan para pagar lo que nos deben su nivel de vida o les rompemos las piernas.

Y añade que, al ejecutar la operación advertimos con espanto que la reducción que nos exigen provoca menos trabajo, menos crecimiento y, por tanto más déficit.

La situación es idéntica – dice – a una de esas pesadillas en las que corres sin avanzar, caes sin caer, subes las escaleras sin llegar nunca a la azotea o, peor aún, descubriendo que la ascensión conducía al sótano.

Y tras esta descripción que acojona concluye preguntándose cuándo empezó todo… y quién nos ha entrampado de esta forma

Esto puede considerarse acertado y lúcido aunque terrible. Por menos podría ser acusado de catastrofista cualquier redactor de los alineados en la derecha por los que gustan ser llamados de izquierdas.

Y lo cierto es que el calificativo no es nada exagerado para su aplicación a cualquier aspecto de la realidad actual de la economía hispana.

Con una modificación esencial. El origen de todo no está en las decisiones de los políticos que nos han gobernado durante los últimos 20 años como, al final de su artículo, acusa Millás, sino en las genialidades del actual inquilino de la Moncloa, un irrepetible (gracias a Dios) José Luis Rodríguez Zapatero que se atrevió a decir un día que en Economía jugábamos en la Champions League y pronto superariamos a Francia y al que ahora le toman la lección todas las noches Merkel y Sarkozy.

2 comentarios:

Angelmo dijo...

Lavangelio!

Macarena dijo...

Don José Luis,

Es que si el inquilino de la Moncloa fuera una persona de a pie y hubiera actuado como él lo ha hecho con los ahorros familiares, sus allegados ya hubieran solicitado su declaración de incapacidad ante un juez por dilapidación de bienes. Pero por desgracia, los "familiares" en este caso, somos los que nos estamos quedando más incapacitados cada día que este señor sigue de inquilino allí...