miércoles, 28 de julio de 2010

Montilla, no.

A todos los que no están habituados a internarse por los vericuetos de la política catalana, la noticia del resultado de las votaciones en el Parlament que condena al ostracismo a la Fiesta de los toros ha podido abrir un portillo a su esperanza de aficionados de que a la postre se produjera el milagro.

En contra de lo que pudiera suponerse de la sombra amenazante de la piqueta aguardando detrás de la esquina para proceder al derribo de la plaza de toros, resulta que la fecha para dar cumplimiento efectivo a la pírrica decisión de los parlamentarios, se posterga hasta comienzos del 2012 con lo que puede llover de aquí a entonces.

Y, en ese momento, como ahora, Montilla dirá sacando pecho que a él que le registren, que él no entra en estas cosas y que ya que no tuvo lo que hay que tener para ser charnego y “ponerse delante” como decidieron gallardamente su paisano Juan Serrano que hasta incluyó en su nombre artístico el patronímico, Finito de Córdoba o Serafín Marín, iniciador de hacer el paseíllo envuelto en la senyera, por lo menos que se sepa que su voz ha sido una de las discordantes en la charanga nacionalista.

A la noticia impactante que ha saltado a la prensa internacional con titulares tales como "La tauromaquia prohibida en España por primera vez", del británico The Times o “Golpe mortal para las corrida de toros” que afirma el germano Frankfurter Allgemeine Zeitung, recuerdan otros que Cataluña ha sido desde el siglo XIX tierra de grandes toreros (veintisiete en total), trampolín para otros, referencia del taurinismo mundial e internacional y cuna de importantes hitos históricos que han culminado con los éxitos de José Tomás o las salidas recientes por la puerta Grande de la Monumental barcelonesa de espadas en activo tales como Manuel Jesús El Cid o David Fandila, el Fandi.

Rubalcaba habría votado no, Esperanza Aguirre califica la decisión de "casposa", Pepiño Blanco no se ha mordido la lengua al declarar que en su opinión "es un error, una contradicción, con lo que ha sido algo que los demás siempre hemos respetado en Cataluña, que es su universalidad, respeto por las tradiciones y por la cultura".

Y el Líder popular ha hecho también referencia al carácter político que ha marcado el debate subrayando que "buscar como objetivo la diferenciación a costa de la libertad es inaceptable”.

Montilla se ha limitado a proclamar que ha votado en contra. Machaquito, el Guerra o Manolete, en sus tumbas, han seguido descansando tranquilos.

Y también Miguel Criado “El Potra”. Si “El Potra” hubiera estado vivo habría abordado esta situación con el mismo pulso con el que manejó el tema de “las vacas locas”.

Aunque… ¿Quién sabe?...

De momento se van a dar cinco corridas durante este agosto. Y hay previstos entre tres o cuatro festejos en el mes de septiembre junto a otros más por acordar en el resto del año.

Esto del retraso…

1 comentario:

Antitaurino dijo...

Me alegro de que se prohiban los toros y se acabe con esta salvajada y esta tortura, ojala se hiciera lo mismo en toda España, las asociaciones animalistas estan luchando por ello.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/sufrimiento/toros/elpepuopi/20100801elpepiopi_8/Tes

A pesar de reconocer que la fiesta de los toros es arte, una garbosa danza que diestramente se ejecuta con un imponente animal mítico, tan poderoso que es fácilmente mortal, seleccionado y criado al efecto, la cuestión de si el toro es capaz de sentir dolor similar al nuestro me orilló a tomar una posición a favor de su prohibición en su modalidad actual.

No pude justificar esta impresionante fiesta, a la cual fui expuesto desde niño, al ir tomando conciencia de lo más obvio: el magnífico animal que le da nombre y razón de ser es acosado, acorralado, picado, estocado, descabellado, vencido, muerto y arrastrado.

La evidencia de que el toro siente dolor, tensión, miedo, furia o agonía durante su inútil lucha final es indiscutible. Es posible que no experimente estas emociones como nosotros, pero la sensación dolorosa debe ser comparable a la humana porque el toro tiene idénticos receptores, vías nerviosas, neurotransmisores y similares zonas cerebrales para procesar el dolor. Además, los mamíferos dotados de corteza sensorial, sistema límbico, ínsula, cíngulo, endorfinas y demás aditamentos cerebrales involucrados en la percepción del dolor manifiestan ante los estímulos lacerantes conductas comparables de evasión, gesticulaciones, gritos, condicionamientos y otras expresiones no lingüísticas.

Aunque no es fácil censurar esta fiesta que ha inspirado tanto gozo estético e inolvidables piezas de poesía, literatura, música y pintura, el análisis de los hechos y la sensibilización de la percepción y la conciencia moral induce a concluir que no se justifica infringir sufrimiento terrible y patente a un animal en aras de un soberbio espectáculo y una tradición estética.

Esto nada tiene que ver con la tradición de matar y comer animales según argumentan Mario Vargas Llosa y Fernando Savater, pues sacrificar animales para alimentarnos de ellos es muy diferente a usarlos en una emocionante danza que acaso no requiera ser aflictiva y mortal. Un arte no se justifica si la sangre, la tortura y la muerte violenta de un ser esplendoroso y capaz de sentir dolor se consideran esenciales a su expresión.- José Luis Díaz Gómez. México.

El Partido Popular parece sufrir un serio problema de identidad política porque si no, no se explica el galimatías que trasluce por sus continuas contradicciones. Tras la prohibición de las corridas de toros en Cataluña pretenden que sean declaradas patrimonio cultural por ley, es decir, combatir la prohibición haciéndolas obligatorias, o casi.

Y eso ignorando que fue precisamente el PP el promotor de la prohibición de los toros en Canarias en 1991 hasta el extremo de que el diputado impulsor de aquella prohibición, Miguel Cabrera, se ha desmarcado de la actitud de su propio partido y ha felicitado al Parlamento catalán por su decisión.

Por otra parte el Partido Popular se erige en defensor de la Constitución e insta al presidente Zapatero a defender el Estado de las Autonomías, pero cuando, según lo previsto en la Constitución, una comunidad legisla algo en el ámbito de sus competencias que no le gusta al PP, lo consideran un ataque.

Está claro que si el Parlamento de Cataluña ha decidido sobre las corridas de toros es porque esa comunidad tiene competencias y facultades para hacerlo, guste o no guste a los demás. Y si al PP le parece mal que alguna comunidad pueda decidir algo que no le cuadra, la solución la tienen muy fácil: que propongan claramente en su programa electoral la revocación de la capacidad legislativa de las comunidades autónomas. Así se ahorrarían muchos berrinches.