miércoles, 5 de enero de 2011

Costumbres de Reyes Magos.


Dicen los que han estudiado la vida de estos personajes, Melchor, Gaspar y Baltasar, que eran estrelleros, o sea intérpretes del porvenir analizando las estrellas, especialmente el futuro meteorológico, con lo que hoy acudirían a pedir trabajo a esas televisiones que sitúan ante los mapas del tiempo a esos muchachitos y muchachitas tan delgaditos y tan vestidos de oscuro como si siempre anduviesen disfrazados de borrasca, y tal vez les veríamos anunciándonos si va a ver o no marejadilla en el Cantábrico.

Paco Narbona, mi maestro en el periodismo televisivo, había estado en su tumba en la germana Colonia; pero no me desveló lo que ponía la lápida extendida en alemán que amparaba sus restos y en una conferencia a la que asistí en el Ateneo sevillano, Enrique Barrero, que era entonces su presidente, aseguró que los enigmáticos personajes no eran tres, sino cuatro, extendiéndose en las peripecias de Artaban, el rey que llegó tarde porque lo secuestraron unos malhechores en su camino y cuando apareció, al fín,en Jerusalén, llevaban al NiñoDios, hecho hombre, maniatado por la calle de la Amargura.

Todo esto son datos y confidencias que fortalecen la creencia en su autenticidad. Esa que resucitan cada año cuando llega la noche del cinco de enero víspera de la Epifanía, o manifestación del poder de Dios, las numerosas cabalgatas que emergen en pueblos y ciudades siguiendo el modelo que implantara el poeta visionario José María Izquierdo, Jacinto Ilusión, en la Docta Casa Hispalense.

La existencia de estos inteligentes y cultivados magos la confirman los Evangelios y debería ser materia de conocimiento obligatorio de muchos comentaristas de radio y televisión que los sitúan al mismo nivel de Papá Noel, el gordo personaje de ficción que se cuela cada año por el portillo del materialismo.

Llegan los Reyes en las Cabalgatas cargados de regalos y los chiquillos en cuyas casas se sigue instalando el Nacimiento los acercan sobre los corchos y el serrín para que se vea que adoran al Niño.

Mi nieta ha hecho más. No se de dónde ha sacado un osito del tamaño de un pequeño sacapuntas, se ha empinado a pique de pegarse un batacazo y lo ha situado en la cunita del Recien nacido al lado de su cara.

Si ella necesita el osito para quedarse dormida ha debido pensar que a Jesús le debe ocurrir lo mismo.

Bendita inocencia.

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