viernes, 21 de octubre de 2011

Bobby

El correr de las horas y la mudanza de los tiempos resultan enemigos irreconciliables del respeto a lo antiguo y el amoroso archivo de sonidos, imágenes y flores marchitas

Época hubo que este diminutivo, Bobby, anglófilo importado, evocaba de inmediato la melosa voz de un locutor de moda, monarca dadivoso que llenaba de ilusión, promesas felices y optimismo aventurado miles de hogares, difundida desde los micrófonos de aquella radio de los años cuarenta y cincuenta que aun no había sido empujada ineducadamente por la soberbia de la televisión prepotente.

Bobby Deglané fue un astro, quizás el más rutilante, de la radiodifusión comercial de aquellos días en la que imperaba la Cadena SER. Sevilla lo recuerda siempre porque rotuló con su nombre una de las calles céntricas de su viario urbano.

Giralda, la televisión municipal le dedicó un espacio monográfico dentro de l,a serie “En el corazón,Sevilla” y me llamó para que recordase páginas de su vida.

Ahora ha repetido el programa y con ello me ha demostrado que, a pesar de que la emisora navegue por los aires televisivos sorteando en cada momento el peligro cierto de capotar, sigue contando con una audiencia fiel.

De otra manera no se explicaría la cantidad de familiares, amigos y conocidos que me saludan con la afectuosa confidencia de que me han visto en la tele.

Estas esporádicas manifestaciones siempre me han parecido más clarificadoras y hasta más fiables que los datos de los shares, esos estudios de audiencia que indefectiblemente nos obligan a refrescar los desvaídos recuerdos de la estadística y aun los de los números aleatorios del arcaico bachillerato.

Boby Deglané trazó las líneas maestras de un radiofonismo en nada parecido al actual periodismo de las ondas hertzianas y convirtió la radio en una fábrica de sueños.

Chileno de nacimiento, hijo de un marino francés y de una sevillana, recriada en Chile, Roberto Deglané Rodriguez Portocarrero, fue un español de adopción y sevillano por vocación indeclinable, al que Alfonso Jaramillo, ganador de su concurso “La Melodía Misteriosa” hizo hermano de la Esperanza de Triana.

El repaso en imágenes de su azarosa existencia parece que no ha pasado inadvertida para las nuevas generaciones que se sientan ante el televisor. Giralda, la televisión municipal, ha hecho muy bien en repetir este programa y es de desear que siga esta trayectoria en el futuro.

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