viernes, 30 de diciembre de 2011

Sigo con Rodríguez Buzón. …

Como me ocurriera en la “entrada” del día veintitres ,también en la última me he quedado corto en los comentarios sobre esta indiscutible figura de la lírica popular de permanente recuerdo entre los cofrades.

¿Era el afamado pregonero un buen actor?... Así parece aventurarlo el profesor Antonio J. López Gutiérrez, titular de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad Pablo de Olavide, en la entrevista que le hacen en ABC sobre un libro del que anuncia su publicación.

Personalmente me permito mostrar mi desacuerdo. Actor es el que interpreta a otro y Rodríguez Buzón jamás intentó representar a nadie salvo a sí mismo.

Con su mediana estatura, sus avispados ojos azules y su cuidado bigotito lineal, me atrevería a decir que se movía dentro de una consustancial timidez que solo rompía cuando se dejaba llevar por el calor de sus versos y se transformaba creciendo y llegando a sus oyentes y espectadores con la electricidad de sus palabras.

Sin embargo su bondad natural le hacía muy apropiado para las Relaciones Públicas y José González Reina, entonces Hermano Mayor de la Macarena, desde la presidencia de la Cámara de Comercio lo situó como director de esa Feria de Muestras de los primeros años que crecía en el parque de Maria Luisa cada primavera y en la que el pabellón que montaba el Consejo Regulador de la denominación de origen Jérez-Xerez.Sherry y Manzanilla de Sanlucar de Barrameda en el Casino de la Exposición se convertía en la mejor caseta de la sevillana Feria abrileña.

Allí hacía gala el escritor y poeta de sus mejores prendas de sociabilidad, olvidando por esos días su habitual reunión en El Rinconcillo en cuyas servilletas de papel escribiera algunos de sus mejores versos y con las que ejercitara también sus habilidades en la papiroflexia obteniendo diminutos nazarenos o ropa de costaleros ante la admiración del resto de los contertulios.

Alejado de la vida activa pasaba las tranquilas horas de su retiro en un chalecito que tenía en Viillanueva del Ariscal, rodeado de naranjos y allí le visité en cierta ocasión para hacerle una entrevista con destino a uno de mis programas en Radio Nacional.

Lástima que se perdiera aquel archivo de cintas magnetofónicas, auténtico patrimonio de la cultura de la ciudad.

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