domingo, 29 de mayo de 2011

El maestro Juan Borrero.

Anda con pasitos cortos y la mirada perdida en un horizonte que pudiera ser el ruedo de la Maestranza porque parece un torero retirado que conserva el garbo de los hombres vestidos de luces, pero que termina en un taller de orfebrería capaz de producir enseñas de coronaciones pontificias o copias argénteas a tamaño reducido de la carreta del Rocio de Triana.Se llama Juan Borrero y fue también capataz experto de las cuadrillas de costaleros de ese barrio que sabe conceder identidad propia a las tradiciones y los sentimientos.

Ayer estuve con él. Me acompañaba mi hijo Antonio, sometido ya por breve plazo a la tortura ortopédica del collarín rígido que le aprisiona el cuello y oculta la minúscula incisión que le practicara el doctor Trujillo Madroñal para operarle magistralmente dos vertebras cervicales.

-Secuelas de costaleros – dije para rematar la descripción de la cirugía.

-De costaleros mal igualados – repuso sin titubear el maestro Borrero.

Se interesó luego por el puesto que ha venido ocupando Antonio los cerca de la veintena de años que se ha puesto la faja y el costal y, al saber que iba, por su altura, de patero en la delantera del paso de Cristo hizo unas reflexiones que pueden articularse como conferencia doctoral para el conocimiento de la técnica de mandar pasos.

-Conviene que ese trabajo se haga sin la incomodidad de los kilos. Cada uno de esos costaleros debe llevar a su lado un fijador fornido. Y detrás, un costero igualmente poderoso. Así caminará a gusto e imprimirá delicadeza a los movimientos que le ordene su capataz.

Entró, a partir de ahí, la conversación por los vericuetos en los que se internan los que conocen a fondo el admirable mundo de las trabajaderas y el orfebre capataz añadió otro precepto más a su lúcida exposición:

-Los costaleros se lesionan cuando los capataces no aprecian el estado de su cuadrilla mezclándose con ellos bajo los palos. Hay que medir desde dentro para saber mandar desde fuera.

- Hay que saber – concluí yo.

Borrero me miró y él, tan serio y con tanto gesto suyo de pocos amigos, esbozó esa sonrisa humilde de todos los hombres que son auténticamente grandes.

jueves, 26 de mayo de 2011

La corrida de la prensa.

Si algún aficionado alberga la esperanza de encontrar el cartel de toros y toreros de la corrida de los periodistas de Sevilla en las combinaciones del abono que presenta la empresa semanas antes del comienzo de temporada, puede esperar en vano.

Por desgracia ya es un acontecimiento del pasado que, al menos, ha servido para que Santiago Sánchez Traver lo recoja en la obra "Un siglo de Corridas de la Prensa" que, aunque han pasado casi dos años desde que se presentara el 17 de noviembre del 2009 en el Salón de los Carteles de la Plaza de Toros de la Maestranza, aun sigue recogiendo firmas del autor en la actual feria del libro.

Una de estas últimas corridas, la de la temporada de 1993, se retransmitió en directo por la Uno de TVE y los comentaristas fuimos Fernando Fernández Román y yo.

El cartel lo formaban Tomás Campuzano, Alejandro Silveti y Luis de Pauloba y los toros fueron de Prieto de la Cal, uno de los reductos ganaderos de la vieja sangre Veragua cuyos propietarios enviaron para la ocasión un encierro de seis toros y dos sobreros, todos magníficamente presentados y de pinta melocotón que eran una verdadera preciosidad.

Bonitos y con muchísimo trapío fueron también los de Alcurrucen lidiados en Madrid en esta corrida que allí sigue celebrándose anualmente dedicada a la comunicación. La presidió el Rey ,continuador de las relaciones de la Corona hispana con la Fiesta de los toros que acaba de resumir brillantemente Juan Manuel Albendea en “Desde la Maestranza”. Y Castella cortó una solitaria oreja a un excelente toro del hierro de los Lozano con calidad y profundidad en las embestidas y ostensible transmisión que, sin embargo, no llegó suficientemente a los tendidos.

A este magnífico animal le hubieran perdonado la vida en cualquier otro coso, ahora que tanta falta hace la sangre brava y Sevilla ha abierto sin rubor el portón de los indultos. Sin embargo no ocurrió nada de eso. Castella lo toreó a placer. Tanto que se le fue el tiempo y oyó un aviso. La oreja fue merecida. La ausencia de premio al toro, injusta.

Su Majestad estuvo acompañado por el Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando Gonzalez Urbaneja y por un espectador que tal vez esté abonado en ese sitio y al que posiblemente no avisaron de la real presencia porque se presentó en mangas de camisa.
Don Juan Carlos comentó las incidencias de la corrida tanto con uno como con otro y, con su discreción habitual, se guardó mucho de formular una pregunta que a nadie hubiese extrañado: ¿Por qué no te pones la corbata?

lunes, 23 de mayo de 2011

Error de cálculo.

Se equivocaron las encuestas. Erraron en la cuantía, aunque no en la tendencia.

Sabido era que en las elecciones locales y autonómicas perdería el PSOE. Los sondeos eran coincidentes. Lo que no llegaron a prever nunca era el tamaño de la derrota. ¡Qué batacazo, madre mía!

Ha sido un voto durísimo de castigo muy previsible como expresión de una desilusión, de una decepción y de una queja tan intensas que por fuerza tenían que adoptar la conformación democrática del vuelco electoral en las urnas.

Zapatero, Pepiño y Chaves, en penitente desfile fúnebre, aparecieron ante las cámaras para dar la cara y reconocerlo así. A Rubalcaba, exceptuando su presencia institucional como locutor de los resultados, y a la señora Chacón no se les vio por parte alguna.Como si con su ausencia expresasen un “yo no he sido” o “a mi que me registren” difícilmente creíbles.

En Sevilla, el caballero de la pipa abriría el congelador de su frigorífico para terminar con la última gamba que conservaba desde el ágape famoso…

Y ahora vamos a ver qué pasa.

Difícil lo tienen los que llegan con tanto desafuero que enderezar y tantas telarañas en las arcas vacías.

Peor, aun, el presidente que ha dicho que se queda agotando el plazo de la legislatura, inconsciente, como es habitual en él, ante la palmaria imposibilidad que se le ofrece para remontar la caída libre.

Y mientras tanto el pueblo siguió mostrándose en las elecciones con esa cordura, con esa libertad y ese buen sentido que le caracteriza. Sus votos manifestaron su poderío democrático. Sus jóvenes, salidos por miles a la calle siguiendo la convocatoria, libre de mediación partidista o sindical, de un abogado en paro,un estudiante y un diseñador de páginas web… el grito sofocado de unas estructuras sociales que claman por oídos abiertos que atiendan sus justas reivindicaciones.

viernes, 20 de mayo de 2011

Esa izquierda tan torera.

Ha publicado Mundotoro.com unas instantáneas fotográficas de los prodigiosos naturales que instrumentó Manuel Jesus El Cid a un buen toro de El Puerto de San Lorenzo bajo un titular que dice “la izquierda,de campaña”. Ingenioso.

La actualidad política y el tiempo electoral suben a las cabeceras.Pero aquí componen una gran verdad. El Cid "ha inaugurado su marcador", y sigo con afortunados “headlines” del portal taurino, con esa mano izquierda tan suya y tan hecha para dibujar con la muleta naturales esplendidos ante las más fieras embestidas de los toros.

Todavía le queda una corrida de las que le firmaron sus apoderados en el serial madrileño.La del Viernes 27 con el encierro de Las Ramblas. El marcador puede subir. Debe subir. Es lo que quiere la honradez de este torero con tanta verdad en el ejercicio de su profesión.

Esos naturales pueden repetirse. Esa mano y esa muñeca izquierdas tan poderosas pueden continuar describiendo pinceladas magistrales del toreo puro. Sirven para eso. Yo lo dije en un soneto que está colgado en la pared de la peña del diestro en su Salteras natal :

La zurda de este Cid podría ser
experta con primor de cirujano,
caricia de las teclas de un piano
repique en castañuela de mujer…

o dulce lenitivo que tener
dispuesto hacia un dolor siempre a la mano.
Qué tierna, qué suave, en soberano
requiebro con la seda del poder.

Qué mano es esa izquierda, qué torera,
qué látigo gentil, qué primavera
perfuma frente al toro su silueta.

Así toda embestida de la fiera
se pierde entre la tela, prisionera
del aire en que se mece la muleta.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Motín a bordo.

Se veía venir. Ya algunos habían advertido que se necesitaba una regeneración democrática. Llevamos mucho tiempo subvirtiendo los sagrados principios de ese antiguo procedimiento para regir los pueblos que, en lúcida interpretación de Sir Winston Churchill, un aficionadillo a la política, como es bien sabido, resulta el peor de los sistemas de gobierno… con excepción de todos los demás.

La gente se ha echado a la calle para protestar. Libremente. Eso es, al menos, lo que parece. Sin convocatoria previa de partidos ni sindicatos.

Si ahora algún vividor de la política quiere apropiarse de sus motivaciones y enhebrar un precipitado discurso no hará más que manifestar por enésima vez la vergonzosa actitud con la que hoy se presentan muchos profesionales de la cosa pública.

Los jóvenes sin empleo y sin futuro cierto… los vecinos asombrados de la corrupción… la gente que reclama justicia y los tribunales encargados de impartirla peleándose entre ellos…

El motín se gestaba en la borda.

Muy preocupada andaba la oficialidad hablando de sus cosas, interesándose por sus problemas y hasta insultándose por costumbre sin resolver nada.

La marinería ha saltado incontenible. Su desbordamiento es antiguo. Aunque ahora se apoye en otras redes que no son náuticas, sino de las nuevas tecnologías.

El que no quiera ver esto está resbalando peligrosamente y alguien lo puede arrojar al mar. Siempre ocurrió así. El cine lo mostró espectacularmente. En “El motín del Caine” ,el capitán Queeg,Humphrey Bogart, gobernó tan mal y tomó medidas tan arbitrarias que fue considerado por los gobernados como un neurótico peligroso.

En la “Bounty” la imagen del tiránico capitán William Bligh a bordo de la nao es bien conocida. Bligh fue sacado a la fuerza de su puesto de mando y abandonado sobre las olas en un bote con 18 de sus hombres.

Ni Queeg en el Caine, ni Bligh en la Bounty pudieron volver a ponerse al timón de sus respectivas embarcaciones. Y es que, en los años en que estas películas fueron rodadas, se buscaba siempre un final creíble y coherente.

lunes, 16 de mayo de 2011

Llave en mano.

No tuve mas remedio que pegar la oreja porque el muchacho que caminaba a mi lado trajeado y encorbatado gritaba tanto que, sin rubor alguno, nos estaba haciendo participar en el tema de su charla a sus acompañantes ocasionales.

Hablaba de inversiones. De venta de pisos y apartamentos. O sea como antes.En los tiempos en que basculaban las grúas. Y afirmaba que en época de crisis también se hacen buenos negocios. No con los que no tienen o poseen cada día menos, sino con los que lo guardan calentito. Pisitos se venden pocos. Áticos de lujo, según él, cada vez más.

Un ático, afirmaba convencido el viandante, que no parecía lunático, sino ejecutivo poseedor de sólidos argumentos de venta, es el sueño de muchos compradores y,por lo tanto… tatatá,tatatá. Tatatá…

Como me picó la curiosidad, cuando llegué a casa encendí el ordenador y pedí a mi buscador que encontrase los mejores áticos de España en these time.

La relación la tengo ante mis ojos.Incluye desde áticos con vistas a la Puerta de Alcalá de Madrid, a terrazas con piscina mirando a la Sagrada Familia de Barcelona pasando por espectaculares viviendas de diseño en Ibiza.

El más caro que figura en ella se encuentra en Madrid y está valorado en siete mil millones de euros. Una bagatela.

En las Baleares los ofrecen por cuatro mil y en Santander por tres mil seiscientos.
Andalucía figura en los últimos puestos de este ranking particular y lo hace con cifras más modestitas: seiscientos cincuenta mil euros en Marbella y Estepona.

Las cifras marean.

Pero no todo es tan sideral. Los bancos y cajas que no saben qué hacer con los pisos y casitas adosadas que engrosan sus activos por impago de las hipotecas los están sacando al mercado convirtiendo sus servicios inmobiliarios en potentes agencias de venta que llenan de atractivas ofertas las cristaleras de sus oficinas con promesas de apartamentos en las playas

“Compra ahora una vivienda y paga menos que un alquiler”.

No es un rótulo del pasado. Lo estaba pegando un especialista de publicidad exterior en la fachada de una Caja de Ahorros. Y lo raro era que al final no figuraba el logotipo de ningún partido político en campaña electoral.

viernes, 13 de mayo de 2011

Tiembla la tierra bajo los pies.

Decirlo no me avergüenza. Los terremotos me producen pánico. Y no hablo de oídas. Tres seísmos importantes se alinean en mi recuerdo. Uno, en Granada. Los demás, en Sevilla.

Del terremoto que me pilló en la Ciudad de los Cármenes guardo la evidencia de la serenidad de los ciudadanos acostumbrados a esa debilidad de la madre tierra de entregarse al zapateado en la planta sótano. De los otros, algunas vivencias y comportamientos personales que me sorprendieron entonces y me siguen admirando hoy.

En Granada dormía, al filo ya de la madrugada que se desperezaba con los colores del alba, y lo hacía a pierna suelta en una habitación del Hotel Dauro tras una noche de intenso trabajo montando en los estudios Viprón un reportaje de televisión sobre las fiestas sevillanas de Primavera. El desplazamiento de la cama y un zumbido sordo como de tambores cubiertos con gamuza me despertaron sobresaltado. Serían las cinco, más o menos. Corrí al balcón. Me asomé a la calle y no vi a nadie. Tampoco los edificios mostraban excesivos huecos iluminados. Regresé al lecho sin poder darme una explicación coherente. La encontré por la mañana cuando, al dejar la llave, me preguntó el recepcionista ¿Le ha despertado el terremoto?... Así como quien alude a una molestia nocturna habitual. Colegí que de eso se trataba para él y sus conciudadanos: incomodidades que generalmente no alcanzaban ni la categoría de sobresaltos.

Pero, aunque yo sea andaluz y sepa que Andalucía por encontrarse situada en el Cinturón Transasiático, ha sufrido continuos terremotos, pero los de intensidad destructiva son muy esporádicos, me echo a temblar apenas se mueve una loseta.

Mas aun cuando las circunstancias se conjuran contra mi. Acababa de regresar de mi viaje de bodas cuando en los comienzos de Junio de 1964, desde Albolote la tierra se movió tanto que su temblor se sintió en Sevilla y la gente se asustó. Yo estaba de turno en Radio Nacional y el gobernador que era Utrera Molina me telefoneó personalmente para que interrumpiera de vez en cuando la programación con invocaciones a la calma y la tranquilidad.

Así lo hice. Pero con gran esfuerzo. El edificio de la calle San Pedro Martir donde teníamos los estudios estaba apuntalado por ruina. En esos días se ultimaba el traslado a la calle Marqués de Paradas. En los intervalos entre estas intervenciones me escondía precavido debajo de la mesa del locutorio y, de vez en vez, atisbaba temeroso las descarnadas bovedillas del rajado cielo raso.
¡Qué paradoja! Yo infundiendo confianza cuando no me llegaba la camisa al cuerpo.

La última situación medrosa la sufrí en la madrugada del 28 de febrero del sesenta y nueve. El capricho telúrico sacó a la calle a numerosos sevillanos a pesar de la hora intempestiva. Mi mujer se precipitó a las camitas donde dormían plácidamente mis tres hijos primeros (Antonio, el penúltimo, y la niña aun no habían nacido) y los cobijó bajo su cuerpo. Yo tuve una reacción absurda: mientras todo temblaba a mi alrededor me senté al filo de la cama y, pausadamente, me vestí por entero. Qué cosas.

Los expertos dicen que más de dos mil doscientos terremotos tienen su epicentro cada año en la Península Ibérica de los que solo veinticinco son lo suficientemente fuertes como para ser detectados por la población. Quiera Dios que el de la martirizada Lorca tarde mucho en volverse a repetir.

lunes, 9 de mayo de 2011

El quite del plumero

Está fresca aun la memoria de Quini Zulueta, el alguacilillo de la Maestranza que supo imprimir a su cargo ese aura de solemnidad y de autoridad antigua que se corresponden con la estela tradicional del puesto y de su ejercicio en la plaza de toros.

Cuando Quini se fue a mirar cara a cara a su Virgen del Rocio, de cuya hermandad de Sevilla llegó a ser hermano mayor, cedió los trastos – y sale bien empleada la frase tratándose de asuntos taurinos – a sus hijos varones, Francisco Javier y Joaquín,calcado el uno del otro, que siguen confiriendo importancia al desempeño de esa autoridad singular que se eleva de la guardarropía cuando invoca los privilegios de la historia.

No hay alguacilillos más serios ni de mayor dignidad en ningún coso taurino del momento. Ni mejor vestidos. Ni con mayor señorío a lomos de unas cabalgaduras que parecen diseñadas con el mismo lápiz igualitario de sus jinetes.

Durante el desarrollo de los festejos, estos servidores del orden regulado por las disposiciones convenientes, demuestran ese saber estar sin estar que creo que era lo que Alberti pedía a los banderillos fieles cumplidores de su oficio. Pero están siempre. Pendientes de lo que ocurre en la arena. Sin concederse esa vacía presunción de protagonismo que asumen en otros lugares algunos de su mismo empleo cuando se santiguan antes del paseíllo como si se fueran a jugar la vida como los toreros.

En la corrida de Miura lo demostró uno de esos hermanos, Francisco Javier, cuando el quinto toro le arrebató de salida el capote a Rafaelillo yéndose al pecho del espada sin hacer caso al engaño y poniéndolo a su merced entre su fiereza y el burladero.

El alguacilillo en ese justo instante se quitó su chambergo y agitó el plumero asomándolo sobre la barrera. El animal se detuvo sorprendido. Clavó sus patas en la arena y, mientras lo miraba, olvidó por breves segundos su instinto agresivo. Justo el tiempo que necesitaba el bravo lidiador murciano para ponerse a salvo.

Yo me acordé de una corrida en las Ventas, televisada también, en la que el movimiento innecesario de otro alguacilillo en el callejón distraía al toro que pasaba de muleta Francisco Rivera.

--El del plumerito que se esté quieto – dijo el hijo de Paquirri que ha dado en llamarse hoy como su recordado predecesor.

En esta corrida de Miura el del plumerito se estaba haciendo merecedor de todos los aplausos y, probablemente, de mas de un premio al quite providencial

Nunca fue más capote salvador un penacho de plumas coloristas que en las manos de este hijo de Quini Zulueta que supo de su padre lo que significa ser alguacilillo en la Maestranza.

sábado, 7 de mayo de 2011

A tiempo y a destiempo.


Estoy lejos de criticar por criticar. Y menos en los toros. Y más lejos aun de hacerlo en materia que pueda afectar a conocidos o amigos. Pero no es materia opinable, sino que puede constatarse cada día, que en la Maestranza, la música toca muy tarde y los avisos caen muy pronto.

Cuando aparecieron las complejas y extensas normativas taurinas, desde la ley general a los distintos reglamentos de las autonomías, respiré a fondo al comprobar que se dejaba muy al margen de las distintas y a veces farragosas prescripciones, la intervención de las bandas en los festejos.

Inmediatamente me acordé de ese gran aficionado que fue don José Tristán, Pepín para la legión de amigos que supo crearse en vida, oportunísimo para levantar la batuta de su dedo índice haciendo sonar el pasodoble cuando la faena del diestro lo requería. Tan adecuado el rubricado de los sones musicales que si el recio apretar del bombo cercenaba la partitura, el torero podía deducir que su labor o había concluido o se había venido abajo sin remedio.

La del Maestro Tristán, acodado sobre el barandal de su balconcillo al frente de la popular banda de Tejera, vino a ser como una segunda presidencia, en ocasiones hasta más temible por sus aciertos que los dictámenes del usía de turno.

Hoy las cosas han cambiado. Bondadosamente quiero opinar que el hijo del fallecido músico, tan buena persona como lo fue su padre, titubea para no equivocarse y, entre dudas e indecisiones se le va el tiempo, pero lo cierto es que la música se oye tarde en más de una ocasión.

Por el contrario, los avisos caen muy pronto. Ex explícito el Reglamento cuando habla de los diez minutos desde que empieza la faena y de que el toro, al cumplirse ese cómputo debe haber rodado. Pero cabe suponer que, cuando el animal manifiestamente está herido de muerte, no hay porque sacar el pañuelito.

Por exceso y por defecto las notas de metal saltan al viento en momentos inadecuados del reloj.
Y en la plaza donde se para el minutero cuando un muchacho levantino enamorado de ella, hace del arte del toreo una obra magistral digna de figurar en todas las antologías, el tiempo debe ser sagrado para lo bueno y para lo malo.

jueves, 5 de mayo de 2011

En la tierra de los ciegos

Un escaso manojo de esperanzas queda todavía, pero cuando en el soñado viaje de placer por los puertos taurinos se divisa el atraque final y la marinería se dispone a echar el ancla por la borda, la nube de la preocupación arroja su sombra sobre la toldilla.

El precipitado símil marinero se acomoda a los tiempos de la otrora llamada sin disensión Fiesta Nacional. O se corrige el rumbo de la nave o esto se hunde.

Acuñaron los antiguos un refrán que viene al pelo: en la tierra de los ciegos, el tuerto es rey. Trasladando el sentido de la frase a los acontecimientos que se están viviendo en el serial taurino de este año, podría decirse que en la tierra donde el toro perdió su bravura, al único que llegó embistiendo al final le perdonaron la vida.

El insólito trofeo concedido a "Arrojado" del hierro de Núñez del Cuvillo que abre el atrancado portón del capítulo de los indultos mayores en la Maestranza, ya que la memoria solo se detiene en “Laborioso” el novillo de Albaserrada que lidió Rafael Astola, el 12 de octubre de 1965,ha sido para un animal que proporcionó el deleite de una monumental faena, pero que se dejó vencer, perdidos sus arrestos de bravura, entre los pliegues de la muleta.

Las imágenes gráficas y televisivas lo confirman. El torero posa al lado de su enemigo que no hace nada por cogerlo. ¡Ay si eso les hubiera ocurrido a los que perdieron su vida por un animal moribundo!

Dos salidas por la puerta del Principe, las orejas a un recién doctorado y el indulto a un toro podrán hacer suponer a quienes en el futuro miren hacia atrás que la Feria fue pródiga en encierros ejemplares de nobleza y bravura. Pues, no. Todo lo contrario. Es difícil que se de mayor escasez de trofeos a causa de la absoluta falta de colaboración de los esperados cornúpetas que se dejaron olvidadas su casta y su sangre combativa entre las gavias de sus dehesas.

Ya puede un nuevo rótulo perpetuar su nombre en los corrales al lado del azulejo que recuerda la calidad del novillo que se erigió como su antecesor.”Arrojado” ha hecho historia por cumplir esa obligación de toro bravo que no siguen sus congéneres: embestir.

martes, 3 de mayo de 2011

Debates alternativos.

El cielo y el infierno estuvieron en sus nombramientos.

La Primavera les reservaba discutidos momentos de protagonismo y la historia guardaba para ellos disimulados peligros cubiertos por capas de armiño.

Eran los presidentes de una gestora cofrade y de una corrida de toros con insólito resultado brillante. Nada que objetar a los dos puestos cargados de responsabilidad y, en principio, alcanzados merced al aura de conocimiento de la materia sobre la que discernir y la voluntad incólume de resolución de los llamados a ocuparlos.

Dos misiones, por ello, relevantes, tras las que se agazapaban los riesgos erizados de peligros de dos decisiones de peculiar trascendencia : la salida de una cofradía con intermitente amenaza de lluvia y el indulto a un toro bravo en la Maestranza.

La cofradía se mojó y el toro volvió a los corrales sin haber pasado como era debido el duro examen de su lidia en el Coso del Baratillo.

Es lógico que del presidente de esta gestora y del usía taurino se haya empezado ya a escribir y a hablar y sea difícil predecir a donde llegaran los renglones y las opiniones verbales, aunque pueda suponerse que muy lejos. O sea que a la riada de comentarios sobre Bin Laden, que en paz descanse si es que puede, se le contraponen estos dos debates alternativos.
Opino que la cofradía debió quedarse en casa y que el ocupante del palco presidencial tenía que haberse revestido de la fortaleza necesaria para resistir el embate de la petición pública desatada por un lidiador en tarde de gloria.

No valen ahora las explicaciones ni el reparto de responsabilidades.
Ni el comisionado arzobispal de la hermandad del Dulce Nombre ni el ocupante del palco presidencial en la corrida de Núñez del Cuvillo digo yo que supieron evadirse de presiones externas para negarse. Lo que, obviamente, está muy lejos de pretender que todos coincidan conmigo. El “no” es el adverbio más peligroso del vocabulario de los instalados en la fría soledad de la cumbre.

Lo siento por ellos. Y más que nada por las consecuencias que haya podido sufrir el hermoso paso de misterio de la cofradía y el prestigio de la Plaza Maestrante en la que se ha aprobado cum laude a un toro que solo superó el notable.

¿A qué extrañarnos?... ¿No se pasa hoy de curso con un montón de asignaturas pendientes?...