viernes, 20 de julio de 2012

Patinazo de verano

Adivino el rubor de algún que otro director de prestigioso medio informativo. Entre sus encumbradas líneas se coló una noticia incierta. Había muerto José Luis Uribarri. Y el otrora indiscutible presentador y comentarista de Eurovisión permanecía vivo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Montepríncipe con diagnóstico de hemorragia cerebral masiva espontánea. Grave, en situación crítica. Pero vivo. Si el tema no fuera tan serio cabría el recuerdo de aquel titular aparecido hace décadas en un periódico almeriense que ya no existe: “En huelga los delincuentes del Ayuntamiento”. Se trataba de los delineantes, claro. Por ahí debo tener alguna que otra carta suya, de José Luis, no de los delincuentes, náufragas rescatadas de galernas destructoras de viejos archivos. En aquel tiempo la literatura epistolar habia alcanzado un nivel de necesidad insoslayable en las relaciones afectivas y profesionales. Sin ordenadores, sin e-mails, sin móviles… no había otro remedio. José Luis Uribarri con la fluidez que hablaba, sacaba cuantas misivas quería de su máquina de escribir que sería una de aquellas Hispano Olivetti, vestidas de negro, eficaces y poderosas de las que nos serviamos los que deseábamos llevar al papel nuestras ideas. Y confirmábamos las noticias para no columpiarnos antes de darlas a la luz. "Muere la voz de Eurovisión", titulaba alguno de los grandes periódicos en sus ediciones de Internet "Se ha ido un excelente comunicador", declaraba José María Iñigo Que Dios te libre de las horas de las alabanzas, rezaba mi abuela. Cuando yo presentaba en Radio Peninsular “Caravana del disco” mantenía una relación continua con este compañero al que ahora han mandado al otro mundo antes de tiempo. Había que ser amigo de Iñigo porque él lo era de los gerentes de las grandes compañías discográficas que, entonces, antes de la crisis de la música grabada, nos surtían de novedades completando lo nuestro celtibérico que.en mi caso, giraba en torno a las promociones de Hispavox que coordinaba como agente comercial Rafael Ruiz Armesto. Era cuando el Pali embutido en una pelliza de las que vendía Pedro Roldán se iba todos los años a Madrid a los estudios de grabación de sevillanas y nos anticipaba las novedades de la Feria a mediados del mes de noviembre. A José Luis Uribarri todavía le quedaban muchos festivales de Eurovisión que presentar. Y probablemente aun no habían nacido algunos de los que ahora se acaban de pegar el resbalón del verano precipitándose en anunciar su defunción.

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