domingo, 25 de noviembre de 2012

¿Cómo están ustedes?

Con el saludo de Los Payasos de la Tele, ya definitivamente enmudecidos tras el fallecimiento de Miliki, el último que quedaba del trio fundador de este grupo de genios de la risa, como modesto homenaje a ellos, vuelvo al blog rejuvenecido y entusiasmado. Me han quitado los puntos. Esto, dicho sin semblante de amargura ni mirada torva a la papela de la multa, significa mucho. Y, además, grato. Suele ser anuncio de herida cerrada y deterioro físico en proceso claro de recuperación. Afortunadamente es mi caso. Decía en la última entrada que me iba a retirar a un obligado internamiento clínico en el Hospital Macarena y no precisamente para un repaso superficial de chapa y pintura. He vuelto. En el garaje estoy y así lo digo utilizando esta forma expresiva real como la vida misma y afectuosamente monárquica dado el símil que hace con ella don Juan Carlos al que, como todo buen español, deseo un pronto y feliz restablecimiento. Sigo ratificándome en el respeto que siempre me han merecido los cirujanos, los anestesistas y todos los admirables profesionales de la medicina servidores de los quirófanos, como aquella vez proclamaba. Y ahora dispongo de pruebas fehacientes para sustentar esta postura. Mi motor andaba renqueante. Tanto el internista como el cardiólogo que me atendían no paraban de sugerirme el cambio de la válvula aórtica que daba problemas a causa de una estenosis de grado severo e insistieron de manera tal que hube de aceptar ante la sombría perspectiva de que, de no hacerlo, mi expectativa de vida podría quedar reducida a cuatro años. He tenido la suerte de caer en manos de ese fenomenal equipo de cirugía cardiaca que bajo la sombra del catedrático Dr. Cruz Fernández y agrupados en la Unidad de Gestión del Dr. Hidalgo Urbano se abre entre la cirugía cardiovascular pura que dirige el Dr José Miguel.Barquero Aroca y la nueva Hemodinámica del Dr. Rafael Ruiz Salmerón. Bendita caída. Si, a comienzos de noviembre, la prensa informaba del primer implante de válvula aórtica por vía arterial en la sanidad privada andaluza, yo he sido el paciente número ochenta beneficiado por este mismo sistema pero en la pública. Y aun creo que en otro aspecto se hace aun más relevante mi intervención. Me han implantado una válvula de veintiséis milímetros superior a las de veintiuno que venían utilizándose hasta ahora. Regreso, pues, reparado y orgulloso. Que el Servicio Andaluz de Salud estaba alcanzando cotas que lo prestigiaban ante la mirada de los países más avanzados me era conocido y que la cirugía cardiovascular que se practicaba en sus mejores hospitales se hallaba al principio de este reconocimiento, también. Ahora lo he comprobado personalmente. Y me ha satisfecho mucho encontrar como coordinador de los equipos de especialistas mencionados a un Dr. Luis Felipe Valenzuela, paradigma de inteligente e incansable eficacia y a un Dr. Javier Rivera, cardiólogo de la planta en la que he estado hospitalizado, porque ambos forman parte de esa nueva generación de galenos, comprensivos y entregados al sacerdocio del ejercicio de su profesión, que te hacen confiar ciegamente en la medicina y la cirugía.

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