viernes, 31 de mayo de 2013

DINERO FALSO

Me han tangado, o tomado el pelo, o tratado como pardillo…rico es el lenguaje que poseemos para expresar lo que voy a contar sin dilación alguna: Me han colado un billete falso. Un trozo de papel timbrado con cierto manoseo de simulación, equivalente a veinte euros, tres mil trescientas veintiocho de las antiguas pesetas, pero falso de toda falsedad.

Me lo advirtió, con cierta compunción en su rostro, el descubridor de la superchería, comerciante veterano, al que me une antigua y cordial relación, que algo sospecharía al recibir el papel cuando decidió someterlo de inmediato a la radiografía de una de esas maquinitas que parecen tener dentro un sabio oriental poseedor de todas las respuestas válidas.

Mi amigo el comerciante me ha dado una fórmula para descubrir el engaño, cosa que yo en atención a todos los que me hacen el honor de leerme, procedo a resumir para aviso de navegantes y protección de usuarios normales de las fiducias.

Se observa el papelito por la cara que muestra la representación numérica de su valor en caracteres mayores. A su lado hay una estrella, luego un pequeño rectángulo descuadrado y perpendicular y más adelante, una firma. Pásese la yema de un dedo por ese rectángulo: si raspa, como si se hubiera arrugado el papel al ser impreso, el billete es bueno. Si, por el contrario, no raspa, lo han falsificado.

Fácil, ¿verdad?... Y, luego, para confirmar la operación, se busca la maquinita del chino que, como confesaba mi interlocutor, con estos avisos y revelaciones, se paga sola.

Cumplido este deber que me he impuesto como tributo de amistad, les voy a confiar otro: Me voy a quedar con el billete. Alguien de mi entorno, que todavía no me conoce bien, se me ofreció a volverlo a la circulación, a lo que me he negado en redondo. En mi concepto, eso supondría robar a otro lo que antes me han robado a mí. A fin de cuentas, robar.

¿Qué en la sociedad de hoy roba el que puede?... Yo, no (al menos conscientemente) Y quien comparte mis convicciones sabe porqué.

Entiendo que, al explicarme cómo se distingue un billete falso de otro de curso legal, me han dado una lección y que ésta me ha costado 20 euros. Tres mil trescientas veintisiete pesetas con setenta y dos céntimos. Me parece barato.

1 comentario:

GUADALTURIA EDICIONES dijo...

Estimado José Luis. La editorial Guadalturia está creando su propio blog. Si te parece linkearemos el tuyo al nuestro. Esperamos seguir también en la Red en contacto contigo. Un cordial saludo.