lunes, 20 de mayo de 2013

EN DECLIVE LA POESIA DEL ROCIO

Pueden ser leyendas piadosas, pero contenían una carga poética que ha ido desapareciendo con la fría racionalidad de nuestra época. La Virgen no salía de su Ermita hasta las claritas del día porque el Sol la estaba esperando para iluminar su cara con el primer rayo…en el pocito las aguas se empinaban hasta el brocal cuando Ella pasaba porque no querían dejar de verla… y, la más hermosa de estas historias: la Señora se había escondido en la chueca de un árbol y no salió a la luz hasta que transitó por allí Goro Medina, el cazador de la antigua Mures, y apareció ante su vista.

Tan arraigada fue esta última creencia popular que puede contemplarse magníficamente descrita en un hermoso azulejo adornando la fachada del Ayuntamiento de Villamanrique de la Condesa, que fue recogida en el texto de las nuevas Reglas que redactó la Hermandad de Almonte en 1758.

A primeros de los años setenta yo he salido de Sevilla en el Seat 600 que tenía entonces un Lunes de Pentecostés a las seis y media de la mañana y he llegado al Rocío a tiempo de ver a los almonteños saltar la reja.

Este año el salto de ha producido antes de las tres y media con lo que se sigue regalando a la Reina de las Marismas un manto de estrellas. De seguir la cosa así la Junta tendrá que ir pensando en hacerle una candelería.

El pocito se tapó y en cuanto a don Goro menos mal que sus descendientes de Villamanrique le dedicaron una calle.

Existe, sin embargo, en este panorama negativo una nota esperanzadora. Nota musical, por supuesto. De gaita y tamboril. En Eurovisión hemos ayudado a llevar el farolillo rojo. Pero en las sevillanas rocieras no hay quien nos gane… Aunque sigan repitiendo la nostalgia de esos pinos del Coto que lloran despidiendo a las carretas.

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