sábado, 28 de diciembre de 2013

RELEVO SIN ALMANAQUE

La crisis ha llegado hasta desposeernos de algunos de los elementos que hasta ahora han venido siendo indispensables para nuestra navegación por las aguas ora serenas, ora procelosas, de la travesía diaria por la vida.

Este año no hay almanaques. O hay menos. El bar que frecuentamos no los ha encargado. Ni la cafetería. Ni la librería donde compramos el periódico. Todos han coincidido en el ahorro. Deleznable economía. El chocolate del loro. La muleta del  torero conocido no volverá a dibujar un natural espléndido en la pared. Ni la foto sepia de la antigua venta de carretera será reproducida otra vez para perpetua memoria de los tiempos.

Eliminar los almanaques significa borrar de un plumazo la metáfora visual del correr de los días. En las películas de Clark Gable y Grace Kelly cuando pasaban los meses o los años la cámara enfocaba un almanaque del que caían las hojas como siguen desprendiéndose de los árboles, vulnerables y secas, cuando llega el otoño.


Se va el trece, envejecido y achacoso y entra pujante el catorce. Pero sin esa credencial de doce hojas que solían traer sus antecesores como documento de identidad. No hay dinero para nada. Ni para almanaques. A algunos políticos y sindicalistas habrá que preguntarles donde lo han echado.

No hay comentarios: