domingo, 9 de febrero de 2014

CHARLAS EN EL TAXI


Suelen tener ganas de hablar para hacer más soportables las horas largas tras el volante, con sus aditamentos de indecisiones de conductores timoratos y  prisas desconsideradas de impacientes. Son los taxistas. Integrantes de una clase profesional que siempre me ha merecido respeto,afecto y admiración.
Los taxistas suelen ser oyentes fieles de la radio lo que les lleva a identificar fácilmente las voces de los locutores que requerimos sus servicios. Aunque en ocasiones se equivoquen y nos atribuyan falsas identidades ocasionando el consiguiente deterioro de nuestra personal autoestima.
Ayer me sorprendió uno con su curiosidad no habitual acerca de los edificios tanto religiosos como profanos que salían a nuestro encuentro a lo largo del recorrido que íbamos siguiendo por el viario urbano de la ciudad. Tanto fue así que le pregunté de dónde era y me sorprendió su respuesta: de Colombia.
Tres colombianos, dos portugueses y un ruso trabajan como taxistas en Sevilla. Me informó otro compañero suyo, locuaz igualmente, que, a lo largo de la carrera, añadió a su valiosa confidencia la manifestación de la consideración y el cariño que todos sienten acerca de Su Señoría, la jueza Mercedes Alaya, la de los Eres fraudulentos que tiene por costumbre llegar en taxi a los Juzgados.
Antes de ser amenazada, me confesaba este hombre, iba a la parada y tomaba el que le correspondía, sin hacer distingos. Luego hubo de someterse a las normas de seguridad y, desde que le pusieron  escolta, siempre tiene que coger el mismo.
Dos taxistas. Dos viveros de información sobre temas candentes de la ciudad y de repaso a esos imprescindibles conocimientos del legado de su historia de siglos.



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