viernes, 2 de mayo de 2014

TRAS LEER A BARBEITO



Mi querido compañero en el arte de lo escrito, que es Antonio y es García y es Barbeito de apellidos, se entretiene en su columna en trazar libro de estilo de metrajes y de acentos para versos y modismos con que puedan los futuros pregoneros sin oficio engarzar gloriosas rimas en pregones y delirios.

Y va y dice don Antonio, que es poeta al que yo admiro, que debía de abrirse pronto una tienda de lirismos que, a los bienes nazarenos, de mayores y de niños, añadiera como oferta varios versos bien medidos.

Unas décimas redondas y sonetos gongorinos y romances cadenciosos con la rima en octosílabo. Y cuartetos y quintillas y hasta versos monorrimos.

Tienda nueva de poetas. ¡Qué delicia! ¡Qué ejercicio de expresión enunciativa!


Sin ambages yo le digo que la idea me parece un hallazgo felicísimo.

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