lunes, 21 de julio de 2014

CORREO URGENTE, POCO DILIGENTE


Cuando yo hacía “Caravana del disco” o “Ni más ni menos” en Radio Peninsular que era la emisora en Sevilla de la cadena comercial de RNE, el servicio de Correos del que disfrutábamos los españoles podía echarse a pelear en demostración de eficacia con el más perfecto del mundo.

Sacos de correspondencia recibía diariamente y las cartas llegaban aunque careciesen de señas completas. Era el anticipo de las redes sociales, del twitter y otros avances del microbloggin y demás sistemas de enlace con el público de que hoy disponen los presentadores televisivos para introducir naderías entre descripciones precisas.

La afición a la comunicación postal, a la que, dicho sea de paso, los españoles no hemos sido nunca muy aficionados, ha ido relegándose progresivamente obligada por esta irrupción masiva.

A don Jacinto Benavente le costaría escribir hoy su “Cartas de mujeres” y los pendolistas que hasta fines del siglo dieciocho abrían sus covachuelas en la acera frontera a la fachada de la Catedral para escribir las cartas a todos aquellos que no habían aprendido a hacerlo, se habrían quedado sin trabajo antes de ser marginados por la instrucción pública.

El Servicio de Correos ya no es lo que era. He tenido ocasión de comprobarlo enviando una carta urgente. La franqueé con el recargo. Contemplé como la empleada de la oficina que me atendía fijaba en el sobre el sello de 3.50 y otro más con el aviso en detonante color rojo “Carta urgente nacional” y espere que llegase de inmediato a su destino.

Esto era el viernes 27 de Junio. Hoy la he recibido devuelta con una palabra  manuscrita al dorso: “Marchó”, dice. Y una fecha: 30 de Junio del 14.

La misiva era para el director de la sucursal de mi banco que se ha trasladado unos metros. Ya no está en Martin Villa, sino en Campana. Pero sigue luciendo el mismo rótulo que campea sobre su puerta de entrada. Suficiente para que el funcionario o funcionaria encargados de su distribución la devuelvan a su procedencia. Marchó. Pues, sí. Y mis 3,50 euros que son casi 600 de las antiguas pesetas se fueron también.


¡Ay, aquellos tiempos  en los que me llegaban las cartas solo con la palabra Caravana escrita encima del último single del Dúo Dinámico!                  

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