viernes, 10 de octubre de 2014

ÉBOLA: SOBRAN VOCES; FALTA UNA VOZ


Si lo del Ébola terminase pronto, que, ojalá que sea así, pero, por desgracia, parece que no, en el imaginario memorístico de la ciudadanía quedarían tres imágenes: la de las mesas de las diferentes televisiones tras de las cuales toman asiento generosamente retribuido los tertulianos, algunos de extrema osadía, que hablan y opinan de todo, en ocasiones sin ni siquiera haber consultado con Wikipedia y la del orondo representante de la consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, con sus incendiarias y torpes explicaciones, echándose en falta algún profesor Badiola, como aquel que con tanta autoridad supo explicar lo de las vacas locas y ha carecido de sustituto en esta ocasión.

Sobran voces y falta una voz. Sobran las voces y el griterío de los que violentamente querían impedir el sacrificio de Escálibur, el perro de la enfermera afectada (y se lo que es eso cuando tuve que autorizar la eutanasia del mío, enfermo terminal por la picadura del mosquito) y sobra la voz, prepotente y torpe, del consejero madrileño de Sanidad.

Por el contrario  falta la voz serena del científico que, como en la ocasión de las vacas, esté investido de autoridad suficiente como para silenciar gritos destemplados y opiniones absurdas, cuando no interesadas.

Y falta también que la Uno de Televisión española contrate a un redactor de textos que no haya sido suspendido en Lengua para que escriba sin faltas de ortografía los rótulos que aparecen en sobreimpresión en el programa de Mariló Montero, pero esa es otra cuestión de la que parece frívolo escribir aquí.

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