domingo, 28 de diciembre de 2014

Y EL MÁS INOCENTE, YO


Aunque la Radiotelevisión Española que fue nuestra casa, centro de trabajo y lugar de encuentro con amigos, colegas y compañeros pocas veces o casi ninguna vez se acuerda de los que nos dejamos parte de nuestras vidas y gran porción de nuestros sueños trabajando en ella, este humilde bloguero aún mantiene encendida la llamita de su inocencia que le hace sentirse parte de su estructura, aunque obsoleta por su oxidada aportación personal, y acoge como suyos algunos de sus proyectos.

El de la gala de Inocente Inocente en la 1 ha sido el último. Errónea decisión. Mejor hubiera sintonizado cualquier otra cosa. El programa del año pasado fue malo. El de este año, peor. Aunque dicen que ha alcanzado un 12,7 % de audiencia reponiéndose así del resultado de la ocasión precedente.

Malos y sin gracia los gags… falsas las situaciones… muy divertidos entre ellos mismos los “nuevos” presentadores, sin cadencia y sin ritmo el programa en sí.

¡Cómo me acuerdo de aquella Cárcel de Papel que publicaba Evaristo Acevedo en la Codorniz!... Tras de sus rejas habrían ido a parar sus responsables condenados a leer de por vida las obras completas de Jardiel Poncela, Mihura, Paso, Muñoz Seca y el mismo Acevedo.

Sí. Ya se que se me nota la edad que tengo. Y eso me avala para escribir lo que escribo. Locutor de Radio Nacional desde diciembre del cincuenta y cinco…redactor y presentador de Televisión desde mayo del setenta y cuatro…
Jefe de informativos de TVE Centro Territorial desde octubre del ochenta …delegado para Andalucía de la Dirección Comercial y Gerencia de Publicidad desde noviembre del ochenta y cinco.

De la quema se salvó  Mariló Montero y  Francis Lorenzo. La primera se vio envuelta en un embrollo incomodísimo. Francis en una situación dramática, tensa y absurdamente reivindicativa. Ambos supieron salir airosos con entereza y categoría.

Lo demás… una plasta. Para mí, sin paliativos. Entre Inocente e inocente, el más inocente, yo.


viernes, 26 de diciembre de 2014

¿Y DÓNDE DEJAMOS AL ÁRBOL?

Los de Correos hicieron puente el día 24. Si no todos, que no lo he averiguado, al menos los de la estafeta que visito para mis asuntos postales.

Pensé al encontrarme las oficinas cerradas que tal postura hubiera sido imposible pocos años atrás cuando aquellos esforzados funcionarios aparecían en las puertas de las casas con amplias carteras de cuero rebosantes de chritsmas  y se esforzaban hasta llegar a figurar en el NODO como protagonistas de algunas hazañas de sabuesos dando con el domicilio correcto de esos padres de soldados lejanos que a duras penas habían escrito en el sobre sus apodos y su pueblo para felicitarles la Navidad.

Igualito que ahora, que te falta un perejil en el DP y te echan para atrás la carta urgente sin devolverte la sobretasa.

Se pueden cerrar las administraciones en pasajeras holganzas porque no hay chritsmas, o se usan muchísimo menos y los que resisten son reproducidos por internet y los usuarios se ahorran el sello.

También va pasando la costumbre de los árboles que diezmaban un tiempo los bordes de las carreteras comarcales hasta que llegaron los chinos sustituyéndolos por los de plástico.

La costumbre de instalar en los hogares árboles de Navidad nunca me pareció ni pagana ni extranjerizante. Josefina Carabias recordó en una de sus docentes colaboraciones periodísticas que el árbol es una tradición piadosa de las más antiguas. Nació en los países nórdicos y viene de cuando, por no existir todavía templos, los cristianos se reunían bajo el árbol más frondoso. A ese árbol se le llamó “christmass tree” que significa árbol de la misa de Cristo. Por eso  los chritsmas de los que venía hablando se conocieron con esa denominación que originariamente dispuso de una repetida ese en la primera palabra luego perdida al ser llamados chritsmas card.

Hoy los árboles no son refugios exteriores protectores de los que rezaban sin iglesias, sino soportes de regalos sustentados con guirnaldas de papel de plata.Otra vez la tarjeta de compras. Qué se le va a hacer.


jueves, 25 de diciembre de 2014

EL NACIMIENTO




¿Cómo fue aquello, qué fue?
Solos la Virgen María
y su señor San José.
Ese quejido, esa alarma...
¿quién lo escuchó aquella vez?
Esa zozobra “¿te duele? “...
Ese temor de mujer,
de madre joven que estrena
el fruto de su preñez,
sin claridades de día,
¿Cómo sería sin ver,
con el silencio rasgado
entre la mula y la res?
Toda la tierra expectante.
Todos los ríos con sed.
Todos los nidos vacíos.
Todos los panes sin mies.
Y todas las madreselvas
y jacarandas sin miel
sin granazón, sin futuro,
sin herederos, sin él
porque El estaba naciendo
en un portal de Belen.

Y,cuando el orbe lo supo
y se pararon los pies
de los que aprisa corrían
buscando plata de ley
cabalgaduras briosas
con lujosísimo arnés
y los sillones de lujo
con alfombrado escabel...
Todos los ojos a una
se deslumbraron al ver
que en una cueva dormía
el mismo Dios que hombre fue:
Un niño recién nacido
entre una mula y un buey.

JOSE LUIS GARRIDO BUSTAMANTE
(Del XXIX Pregón de la Navidad).

Con ello os deseo de corazón ¡MUCHAS FELICIDADES!

sábado, 20 de diciembre de 2014

ENTRE LA REALIDAD Y LA FARSA



Es inevitable: la pantalla del televisor se llena de abetos nevados, renos inquietos y bondadosos viejos. Nos ha invadido la Navidad foránea, la que justifica su anticipación por el deseo comercial de hacer caja y aparece ese personaje que es muy posterior al sueño inventor del belén y unos llaman Santa y otros Papa Noel cargado con la consiguiente bolsa rebosante de regalos.

Es la reiteración de la superchería, la farsa superpuesta a la realidad porque el belén o nacimiento que repite la representación de la venida al mundo de ese personaje, único e irrepetible, al que llamaron Jesús, está basado en hechos ciertos que fueron escritos y se creó muchísimo antes. Nada menos que del siglo trece, que ya ha llovido, data la construcción del primero.

Unos datos guardo que lo acreditan. La costumbre de evocar la venida al mundo de Jesucristo arranca de la noche de Navidad de 1223 cuando Francisco de Asís concibió el proyecto de revivir de forma sensible los hechos narrados por los evangelistas acontecidos en la cueva de Belén.

Esta idea fue propagándose a lo largo de los siglos haciéndose hábito familiar heredado generación tras generación.

Los corchos… el portal… las figuritas de barro… María y José… el Niño recién nacido… pasaron, a través del tiempo, de la efusión piadosa del Santo de Asís, a los hogares adornados con la ilusión de las Fiestas Navideñas.

Luego… muy luego, mucho después, apareció Papa Noel. Falso, imaginado, con barba postiza y con la tarjeta de compras de los grandes almacenes.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL LITERARIO GIRO DE LA GUADAÑA


Hoy no hubiera podido ser. Al poeta novel José Zorrilla le habría resultado imposible darse a conocer en el entierro de Mariano José de Larra leyendo en el cementerio un poema necrológico dedicado a su memoria.
Repasé el texto completo el pasado noviembre, servido con presteza por Internet.
En la actualidad eso sería imposible porque antes habrían aparecido en las páginas de los periódicos textos bellísimos escritos por los amigos del difunto.
Es lo que ha sucedido con la muerte de Rafael de Cózar a quien yo conocí tiempo ha y del que lamento su desaparición y el sorprendente suceso que la ha amparado.
A su finalidad enunciativa, la prensa añade la explicativa. La simple exposición de lo que acontece, superado hoy por la radio, la televisión y hasta por los mensajes de los móviles, se viene completando con la justificación de los hechos y su análisis en profundidad.
Pero a estos objetivos se suma ya un depurado gusto por las formas que, si en lo estético adquiere su reflejo en maquetaciones ágiles, en lo literario asciende a elevadas cimas.
Acaba de ocurrir con este óbito. Ante el féretro del escritor fallecido han venido a caer los crisantemos de los más inspirados y sentidos textos. Y la ofrenda luctuosa se ha repetido ante la esquela mortuoria del pintor Juan Roldan.
El giro de la guadaña sigue haciendo estragos.

Entre los crespones de luto me aflige personalmente el de mi hermano del Calvario Juan Domínguez Pineda, ejemplar padre de familia numerosa, servidor eficacísimo de la Hermandad con  sus consejos, su mediación y su influencia desde su despacho de director de banco importante y nazareno sacrificado y humilde hasta que el deterioro de su corpachón de inflexible chopo lo postró en su silla de ruedas.

viernes, 12 de diciembre de 2014

UN CURSILLISTA PREGONERO



No fue el único. Algún otro fue elegido también en aquellos años del auge poderoso de los Cursillos de Cristiandad para exaltar la Semana Santa, pero a mí me pareció siempre que el más cursillista fue éste, el catedrático José Ortiz Díaz que ha muerto ahora a los ochenta y seis años y que, en su mocedad, hasta llegó a ser presidente del Consejo Diocesano de la Juventud de Acción Católica.

Pepe Ortiz se puso ante el atril del Teatro Lope de Vega  el domingo ocho de abril de 1973  y desarrolló una pieza oratoria que giró en torno a la Pasión de Cristo como contestación a nosotros mismos, destacando sobremanera la cuestión de la fe como gran problema de la Iglesia de este tiempo.

Con ardoroso verbo y singular entrega Pepe Ortiz no titubeó en afirmar recogiendo la síntesis de las alocuciones de los miércoles del Papa Pablo Sexto, que la falta de fe es el gran fallo de la Iglesia actual y, desarrollando esta tesis, mantuvo la atención y removió las conciencias con afortunadas descripciones de las cofradías como manifestación pública de eso mismo, de la fe que falta en otros ambientes.

Así llegó a una adaptación del Salmo Miserere que proclamó como Oración Penitencial de la ciudad.


El recordado Chano Amador lo entrevistó en “Carrera Oficial”, el programa de cofradías que hacíamos en la desaparecida Onda Giralda.  Seguía dándole vueltas obsesivamente a estas reflexiones. Habían pasado ya más de veinte años de su intervención pregonera  en el domingo de Pasión, pero continuaba inquietándose con ellas y las ultimó con una prevención importante: “Los cofrades debemos cuidar mucho para que la fe auténtica no se convierta en una fe civil”.

lunes, 8 de diciembre de 2014

LA INMACULADA, SIEMPRE


¿En cuántas delanteras de paso de virgen aparece ?... ¿Y en cuántos retablos majestuosos de iglesias y conventos?...

Difícilmente podemos trasponer la puerta en sombras de cualquier cenobio hispalense tras haber cruzado el compás que generalmente se extiende ante ellas sin que nuestra mirada caiga en su representación escultórica o iconográfica.

Siempre la misma representación de la madre de Dios, concebida sin mancha, envuelta en vaporosos ropajes, con la melena suelta y las manos a la altura del pecho en postura de oración.

En Sevilla se sabe por qué esto es así.

Y se recuerda para ello la alegoría del Apocalipsis describiendo a la mujer vestida de sol con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas que recuerdan el número de las tribus de Israel… y se interpreta la vestidura como la gloria de la divina maternidad… y el pedestal de la luna como señorío soberano o realeza.

Murillo lo supo. Y Juan Martínez Montañés. Y el primero buscó en su paleta de pintor los mejores azules para hacerlos celestes. Y el segundo inventó brisas perfumadas de campo y de mar para que formasen las ondulaciones suaves de la túnica que tallaba para la Madre de Dios.

Y ya no hubo otra representación mejor de la Inmaculada ni en el cuadro, ni en la talla. Ni para armonizar colores, ni para modelar las formas.

Por eso se envanecía el escultor. Y por lo mismo a Bartolomé Esteban le llamaron el pintor de la Inmaculada porque, como le escribiera Manuel Agustín Príncipe, en el soneto que se  publicó al erigirse en la plaza del Museo su monumento,

“Oh, cuántas veces, en amargo duelo,
de la Madre de Dios, la faz riente,
en tus cuadros colmó la pena mía.
A unos inspiran ángeles del Cielo.
A otros inspira Dios Omnipotente:

¡A ti, Murillo, te inspiró María!”

jueves, 4 de diciembre de 2014

ADVIENTO




En las horas de asueto de estas fechas en vísperas del Día de la Constitución y de la Inmaculada que pueden ser aburridas y tediosas a lo largo de cada jornada para los jubilados, me estoy entreteniendo en leer la biografía de un muchacho que murió joven (lo mataron, o  asesinaron, en realidad) pero que durante su corta existencia, narrada después por algunos de sus colaboradores más próximos, protagonizó una cadena de hechos tan singulares que ocupan la totalidad de las páginas de un grueso libro.

Lo estoy haciendo en español y en inglés porque esta narración me la encontré en versión bilingüe como regalo de bienvenida en la habitación del hotel que ocupamos mi parienta y yo en un viaje de fin de semana. Y debo confesar que comencé la lectura para refrescar un poco mis casi oxidados recuerdos del idioma británico, pero pronto fui absorbido por las apasionantes aventuras de aquel lejano ejemplar de la raza humana.

Nació en Israel en donde gobernaba un rey despótico, pero era una tierra sometida a los designios de Roma, la nación más poderosa de la época con la que este monarca había establecido una hábil alianza.

Su vida, su palabra y sus hechos inexplicables arrastraban a las masas, pero fue por eso mismo envidiado y temido por quienes hasta que él llegó las manejaban a su antojo y fue traicionado por uno de sus compañeros más cercanos.

Este muchacho se llamaba Jesús. Lo prendieron y condenaron a la última pena. El delito para que le sometieran a un juicio injusto no fue ni el blanqueo de capitales ni sus prácticas corruptas sino, simplemente, atreverse a proclamar su verdad: que era el hijo unigénito de Dios. 


Dentro de poco sus seguidores actuales celebraremos el aniversario de su nacimiento. Concretamente será el veinticuatro de este mes. Supongo que llevaremos a todos la noticia a través de las redes sociales.