martes, 3 de febrero de 2015

ELEMENTAL, QUERIDO WATSON


Lo siento por él y, aún más, por las cofradías de la Madrugada. Vázquez Perea se ha tenido que marchar. Ha abandonado sus esfuerzos para conseguir esa cuadratura del círculo del encaje de las hermandades cada vez más crecidas en la suma total de nazarenos por las inelásticas calles habituales con horarios inflexibles de puntualidad germánica.

Sus cavilaciones y reiterados contactos con hermanos mayores y diputados generales de las corporaciones afectadas desembocaron en una trilogía de  propuestas con fórmulas diferentes que alteraba los itinerarios bien de ida o de regreso.

El plan era someterlas a prueba, es decir lograr el consentimiento para comprobar sus ventajas e inconvenientes un año tras otro y así hasta tres.

A duras penas había logrado que casi todas le dijeran que sí. Faltaba una. Los Gitanos. Y ésta en Cabildo de Oficiales, se ha pronunciado en contra.

No he hablado con él ni con ninguno de los relevantes miembros de junta de cuyos esfuerzos y buenísima intención para resolver estos problemas no me cabe la menor duda. Por eso quiero, en estas líneas, aportar una sencilla sugerencia: ¿Se ha pensado en el númerus clausus?... No en su aplicación rigurosa, sino limitada a la mitad. 

Las cofradías que excedieran, con el número de nazarenos, al normal que venían ofreciendo antes de la incorporación de las hermanas, se verían obligadas a establecer dobles cortejos: Uno de ida, desde el templo a la Catedral y otro de vuelta, desde la Catedral al templo.

No habría que hacer nada más. La Madrugada parece intocable. Pues no la toquemos. Ni los recorridos, ni el orden. “No la toquéis ya más que así es la rosa” que dijo Juan Ramón.


Me da el pálpito de que se trata de una solución tan sencilla que se le ha debido ocurrir a alguien antes que a mí.

3 comentarios:

Jordi de Triana dijo...
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Jordi de Triana dijo...

Querido maestro:

Esos tan temibles retrasos te llevan a vivir situaciones extraordinarias en la noche eterna de Sevilla. Mi hija y mi mujer gozaron de la dicha de presenciar junto a la Cruz de Guía que abre la cofradía de la Esperanza de Triana, la cuasi mística elevación del Cristo de El Calvario, en tan cruel como real morir, en el Monte de La Magdalena. Y la cadencia silenciosa que acompaña a la bendita Rosa de la Presentación. El Señor del Gran Poder rasgando los tejidos de la Madrugá desaparecía por el horizonte vislumbrado tras los monóculos del Arco del Postigo, mientras en la soledad del ruán, detenido y en posición tangencial a la hilera de cirios blancos de los heraldos del Traspaso de María, vislumbraba ante mi efímero tránsito, una imagen de la vieja Roma. Pilatos lavaba sus manos para liberarse de la carga del peso de la injusta acusación, mientras el Señor de la Sentencia amarrado de manos traspasaba los umbrales de la Casa Grande de la Ciudad. Sonidos destemplados de Centuria me atravesaba el corazón cual las lanzas afiladas de los egregios custodios del cofre sagrado nacido del vientre de la expectante Señora de los verdes amaneceres. La terrible dilación de la Madrugada obraba el milagro inesperado, cumpliéndose el dicho sabio de que los grandes momentos de nuestra Semana Mayor nos encuentran a nosotros y no somos los mortales quienes los buscamos y encontramos. La dualidad sevillana encontraba su simetría y punto de encuentro en dos lugares cercanamente hermosos, mi pequeña Sara ataviada con la túnica morada abriendo la luz de Triana se fundía con incesantes destellos de negro ruán. En un momento no muy distante, su padre, nublado nazareno de El Señor caminaba perpendicular a los morados herederos del sentir macareno. A veces nos detenemos en demasía en abstraernos del tic tac desgarrador y profundo del Misterio e inquirimos en los péndulos que marcan el agonizante del mortal devenir de nuestra existencia.

Jordi de Triana dijo...

Querido José Luis, este año nos vestiremos mis hermanos amigos de El Gran Poder y un servidor en un piso de la Plaza de la Magdalena. Su propuesta me permitiría hacer estación penitencial con mi Hermandad de El Gran Poder, y quien sabe, en el regreso de mi Hermandad de la Esperanza de Triana con túnica verde. Fuerzas y ante todo ganas, no me van a faltar.