miércoles, 11 de febrero de 2015

LA ENSEÑANZA DE LOS COSTALEROS



Hay dos cuestiones cofrades ante las que no doy mi brazo a torcer. Sin pretender ni muchísimo menos imposición alguna de mis criterios y lejos, en las antípodas, dicho sea por situarme en una inalcanzable distancia, de alentar cualquier atisbo de concurrencia forzada. La reestructuración de la Carrera Oficial y la modificación de la Madrugada.

A mi parecer están estrechamente relacionadas entre sí y, aunque de la primera se hable poco en estos días porque todo lo ocupa la preocupación por encontrar solución a la segunda, la traigo aquí a colación como peldaño inicial en la empinada escalera que hay que coronar hasta alcanzar una solución plausible.

Sabido es que la Carrera Oficial tiene su origen en el Sínodo de 1604 en el que el Arzobispo Cardenal Niño de Guevara, para tenerlas bien controladas, obliga a todas las cofradías de penitencia a que se sometan a un recorrido común que confluya en la Catedral.

Lo hacen partiendo desde la Plaza de San Francisco, punto de cita tradicional de los sevillanos para el dolor y el gozo. Para las ejecuciones públicas y para los encuentros festivos. Y así, desde sus inicios, la Carrera se extiende escasamente desde la fachada trasera del Ayuntamiento a la Catedral. Pero pronto empieza a crecer y lo hace prolongándose por la calle Sierpes hacia la Campana.

En este enclave urbano viene a situarse el itinerario común de las procesiones penitenciales inamovible a través de los siglos y engrandecido en la época presente con la multiplicada difusión de los medios radiofónicos y televisivos.

Llegar hoy a la Campana ha venido a ser para algunas cofradías un acontecimiento si cabe más importante que alcanzar la Catedral y los cortejos de muchas de ellas se alargan tanto que su lento desfile puede resultar insoportable a los ojos de los espectadores. Sobran nazarenos.

Este es un hecho objetivo causa de muchos problemas. El del encaje de la Madrugada también. ¿Por qué no hacer como los costaleros? Nuevamente nos dan una lección, la de los relevos. ¿Por qué tenemos tanto miedo a trasladar este sistema a los tramos penitenciales de esas cofradías con exceso de papeletas de sitio?...

Sigo pensando en ello.

1 comentario:

Jacinto Morente dijo...

Porque Sr. Garrido, las hermandades no deben de limitar la devoción de sus hermanos, que hacen estación de penitencia con su cofradía. Es cómo si limitáramos la asistencia a misa en los cultos.