domingo, 1 de febrero de 2015

LARA BOSCH,IMPRESCINDIBLE



Las últimas imágenes que se quedaron congeladas en mis retinas fueron las luminosas y optimistas del gran espectáculo que montó Antena tres para celebrar su veinticinco aniversario.

Las primeras con que se inauguró la mañana siguiente, las del fallecimiento del hombre que en verdad hizo posible, desde la raíz, esta feliz aventura de las ondas, José Manuel Lara Bosch.

Inevitablemente se me vino a la memoria la historia de aquel cofrade que, por primera vez, iba a salir en su hermandad acompañado de su hijo. Ambos miraban en el salón de su casa las dos túnicas dispuestas y los capirotes enfundados en los antifaces un tanto cariacontecidos porque una preocupante circunstancia familiar se interponía en el disfrute del momento: la suegra, a la que, poco tiempo atrás, se había diagnosticado una enfermedad incurable, se había agravado. Ya había sido atendida por el  médico de urgencia que se había mostrado pesimista y aunque se estaban siguiendo al pie de la letra sus recomendaciones destinadas a conseguir mejoría, ésta no llegaba. Muy al contrario, la mujer parecía agravarse a cada instante.

Las miradas del padre y el hijo iban con temor desde las perchas de las que colgaban sus atuendos nazarenos hasta la puerta del dormitorio de la enferma. Aún faltaba mucho para la salida de la cofradía, pero el hombre no pudo más y dijo al niño:

--Anda hijo, vamos a vestirnos que tu abuela es capaz de darnos la tarde.

Y así aparecieron en el templo lo menos ocho horas antes de que saliese la cruz de guía.

Aquí no ha habido que adelantar nada Porque el programa especial denotaba con su perfección y ajuste que había sido preparado con la necesaria anticipación.

Y así ha discurrido la vida de este empresario, hijo de un andaluz de El Pedroso, apellidado Lara y de una catalana apellidada Bosch. Él lo dijo muchas veces: en Cataluña se sentía andaluz y en Andalucía, catalán. Ciudadanos así resultan en la actualidad absolutamente necesarios.

No había heredado la locuacidad, el gracejo y la inventiva de su progenitor al que entrevisté numerosas veces, pero sí muchas otras de sus virtudes que, conjugadas por la aportación materna, le dieron la cochura necesaria para triunfar en el mundo de la empresa.


Muchos así hacen falta hoy, y más aún para llenar el ancho hueco que deja. Lara Bosch se ha ido cuando resultaba más imprescindible. Descanse en paz.

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