martes, 7 de abril de 2015

PAVEROS

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Ahora que, con motivo de haberse cumplido el pasado uno de abril, los veinticinco años de que lo diera, se ha vuelto a hablar de mi Pregón, he caído en la cuenta de que tuve un olvido imperdonable.

Al recordar a los formadores de cofrades desde su infancia, me referí a las abuelas, pero no hablé de los “paveros”. Denominación de explicación casi inédita y de clasificación difícil en la descripción tradicional de los puestos que ocupan los nazarenos en una cofradía.

El “pavero” no porta ni insignia ni vara. Tampoco es penitente de cruz. Ni hermano de luz con un gregario cirio. Actúa como celador, pero su canastilla contiene un inesperado conjunto de elementos complementarios de los habituales para encender y aderezar  túnicas más propios de una guardería que de un tramo de hermandad penitencial.

Ahora bien, su labor es indispensable en aquellas cofradías en las que salen niños. Amigo de confianza de padres y tutores… compañero, confidente y colega de los más pequeños nazarenos, el celador de estas secciones infantiles, abraza con fruición este cometido, nada fácil de desarrollar, que exige unas cualidades excepcionales y una vocación decidida.

En la Feria hay una caseta para niños perdidos…en las playas y en los clubes veraniegos de piscinas, se pierden también los niños…pero jamás ha tenido que montar el Consejo un punto de reunión para extraviados niños nazarenos. El oficio de los “paveros” se muestra así en toda su desconocida grandeza.
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(Intento remediar mi olvido pregoneril con estas sencillas líneas y se las dedico a Fernando Ramirez Ruiz, el “pavero” de mis nietos Ángela, Lucía, Ignacio, Marta y Manolete en la cofradía de la Soledad de San Lorenzo, con admiración y agradecimiento)


1 comentario:

manolo dijo...

Don Jose Luis, conocerle el sábado santo fue la mayor de mis alegrías en esta semana santa. Gracias por su cariñosa atención. En Córdoba tiene usted su casa. Un abrazo.