miércoles, 8 de abril de 2015

PROMESAS VACIAS


De antiguo se sabe que la juventud es rebelde, inconformista y arriesgada y que, por el contrario, la madurez y, por supuesto, la ancianidad son edades que tienden a ser conservadoras.

Si el joven se resigna, malo. Si el viejo se pinta las canas, peor. Con jóvenes que, a fuerza de incurrir en excesos de sexo y droga, adelantan su vejez y con gente mayor a la que resulta detestable adaptarse a sus años, el mundo no avanzaría nunca.

Pero los experimentos, con gaseosa. Como el tinto de verano. Con blanca o con limón.

La panoplia de las ofertas quijotescas, desmesuradas o absurdas de los partidos políticos que se presentan a las próximas elecciones está llena y a cualquier espectador sensato se le puede erizar la piel cuando le atufan los mensajes de humo que muchos proclaman con descaro.

Todos, y sálvese el que pueda, se libran con avisado tiento de los compromisos ineludibles y la acción de los poderes públicos de entrar a saco en las bolsas ajenas se soslaya hábilmente exigiendo al adversario su cumplimiento.

Es lo que ocurre con el impuesto de sucesiones. Que no depende de Rajoy sino de Susana. Morirse en Andalucía es carísimo. Nuestra Comunidad es una de las regiones españolas que exige tributos más altos para poder heredar. En contraste con otras comunidades como la madrileña en la que prácticamente no hay que pagar nada.

Aquí no es una metáfora macabra afirmar que el fisco nos persigue hasta la tumba.


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