miércoles, 9 de diciembre de 2015

LOS GORDOS DE LOS BANDERINES


He visto a través del replay que hizo la tele del Correo el desfile por la Plaza Nueva de las formaciones musicales que han participado en el IV Congreso Nacional de Bandas de Música Procesional y no he podido evitar la evocación mental de una escena irrepetible.

Era cuando la Municipal de Música acompañaba todos los días a las cofradías detrás de sus pasos de palio: El Domingo a la Amargura…el Lunes a las Penas de San Vicente… el Martes a la Virgen de la Angustia de los Estudiantes…

La dirigía y caminaba siempre al frente de ella un enjuto don Pedro Braña que, a pesar de ser asturiano y estar por ello teóricamente habituado al frío, no resistía las humedades sevillanas y se veía obligado a protegerse cuando caía la noche con alguna prenda de abrigo.

Era una gabardina confeccionada con tela de la misma tonalidad de los uniformes que llevaba prevista para cuando la requería don Pedro, perfectamente doblada al brazo el atrilero que caminaba detrás de él.

Ayer, por la esquina de la calle Granada iban asomando las bandas que desfilaron precedidas indefectiblemente por su banderín identificativo y, al lado del músico que lo portaba, afortunadamente no en todas, pero sí en muchas de ellas, uno o dos caballeros de madura edad con la americana abierta, la barriga cervecera a punto de hacer estallar la camisa y el cigarro en la mano.

Atribuí su presencia a maestros de la formación, pero me pregunté porque no iban uniformados y por qué no cuidaban su estética.

Para mí sobraban tanto como la Pantera Rosa que tocó uno de estos conjuntos y el muñequito publicitario.


Menos mal que la Banda de las Tres Caídas interpretó “Silencio Blanco” después del homenaje que tributaron a Julio Vera.

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