miércoles, 13 de enero de 2016

AMPARITO EN EL CONGRESO


No entró. Tampoco lo pretendía. Amparito no llevaba a su niño en brazos como lo hizo Carolina Bescansa. Ni buscó un asiento libre como hicieron los diputados electos de ERC que dijeron que les daba igual porque ellos se presentaban en un hemiciclo extranjero del que proyectaban ausentarse cuanto antes. No aclararon si con su ausencia reivindicativa iban a dejar de cobrar sus emolumentos, pero parece que no, que seguirán cobrando y, a lo peor, hasta pasan dietas.

Amparito no entró porque, si lo hubiera hecho, los galoneados ujieres de la hispana Cámara Baja, con sus barriguitas redondas y sus perennes caras de aburrimiento, hubieran tenido que abrir hueco para una banda de músicos con dos saxofones, un trombón de varas, tres fiscornos, cuatro clarinetes y un bombo.

Venían de un pueblo de Valencia. Y llegaron tocando eso, Amparito Roca que es un pasodoble taurino del que los comentaristas de Canal Plus toros no dan nunca el nombre porque no lo saben.

Busqué entre los planos que me ofrecieron en Antena tres los cámaras compañeros de Susanna Griso los rostros de los veteranos cronistas parlamentarios a ver que expresión de sorpresa ponían y no dí con ninguno de ellos. Y eso que encontraron hasta el de Juan Carlos Monedero, el amigo y consejero áulico del difunto Chaves, el de Venezuela, que contemplaba el espectáculo desde el gallinero.

Buen comienzo, a fe mía. Los agoreros empiezan a hablar ya de disolución. Me gustaría que se equivocaran. Sus nuevas señorías conforman un grupo ilusionado y enternecedor que alcanza el 62 % de la Cámara.


El vino joven se conserva muy bien en odres viejos.

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