martes, 26 de abril de 2016

EL DISPUTADO VOTO


No lo puedo evitar, el compañero Sánchez me ha parecido siempre ese marinerito busca broncas que aparecía en las películas de la Metro en blanco y negro que proyectaba el cine San Vicente desde las cinco de la tarde.

El cine se cerró. Y en su lugar hay pisos. Y el marinerito dejó su figuración fílmica cuando en el tiempo nuevo las series televisivas son más pródigas en puñetazos y disonantes gritos.

También al marinerito Sánchez le tienen preparada ya la horma de su zapato que no es de varón sino de mujer inteligente, y tal vez de agujas.

Pero, mientras tanto, el marinerito está en activo y hoy, tal vez  aconsejado, esperpénticamente  como siempre, por ese trío de becarios de la política que constituye su estado mayor, ha aparecido ante los informadores tras su entrevista con el monarca  como si ese parto de los montes de articular nuevo gobierno hubiese tenido un final feliz.

Yo estaba distraído con mis cosas en el ordenador cuando mi santa que se traga todos los días la sesión doble de novelas por la tele en Antena tres que son como las de Sautier Caseseca con las voces del cuadro de actores de la Cadena Ser de mis tiempos mozos, me llamó alborozada.

El marinerito estaba  protagonizando una última hora con semblante feliz. ¡Ya está!, me dije. Estos tíos han sido capaces de alcanzar un acuerdo in extremis. Pero, qué va. Lo único que destacaba era el parpadeo en rojo del letrero que situaba la emisora sobre la imagen: Última hora.

La última hora ha sido la hora oxidada de estos últimos cuatro meses. Rajoy lo confirmaba más tarde. Es preciso volver a las urnas. El señor Cayo agita su voto desde las páginas del magistral Delibes.

 ¡Y venga gastar dinero!



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