sábado, 21 de enero de 2017

EL OTRO MUNDO


Me contaba hace algún tiempo un curilla muy salado que ejercía su ministerio como coadjutor en la Parroquia de la Magdalena donde reside canónicamente mi hermandad del Calvario que se hallaba consolando a una viejecita de su feligresía a punto de morir y, hablándole de las bondades de la otra vida y de las posibilidades ciertas que tenía la anciana de ir al Cielo, oyó que ésta le decía con un hilo de voz:

--Estoy de acuerdo, padre, pero como en la casa de una ni hablar.

Por contraste con el fallecimiento de esta mujer en la ancianidad estoy meditando en esta horas en la muerte de un muchacho joven, amigo de mis hijos, que ha abandonado este mundo de la noche a la mañana cuando hacía poco que había cumplido los cuarenta años.

La viejecita creía a su manera, con esa fe sencilla y sin complicaciones de los de su generación. El amigo de mis hijos, no. Hubo misa y entierro en sagrado en el sepelio de la anciana. Se llevó el cadáver del muchacho al Tanatorio. Se quemó y pare usted de contar.

El joven era hijo de su tiempo, el de hoy, el de la secularización que podemos entender como sinónimo de mundanización y hoy la religión no se lleva, no está de moda. “Cuando observamos a nuestros contemporáneos, parece inevitable concluir que lo que ahora ha dejado de tener valor es el “otro mundo”. El hombre ha aprendido a vivir en la tierra, tal como Marx lo deseaba” ha escrito en “Evangelizar en un mundo postcristiano” Luis González Carvajal.

Desde el Nuevo Testamento, ha dicho también el mismo autor, los cristianos se han caracterizado por el reconocimiento explícito de Cristo, por la confesión de su nombre. Son los que confiesan con sus labios que Jesús es el Señor y creen de corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, como predicó San Pablo en la Epístola a los Romanos.

Y, si Cristo resucitó,  nosotros los que creemos en El resucitaremos también, afirmó en otro lugar el converso Saulo.

Entonces con el amigo de mis hijos, que no creía, ¿qué va a pasar?...


Pues termino con la frase del poeta Heine en su lecho de muerte que también recoge en otra de sus obras, el autor que cito : “Dieu me pardonnera. Cést son metier. (Dios me perdonará. Es su oficio).

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