lunes, 6 de febrero de 2017

SIMEON, EL PRECURSOR


Hablaba el Cardenal Amigo Vallejo, Arzobispo Emérito de Sevilla, a quien la Hermandad de Nuestra Señora de la Oliva Coronada, patrona de Salteras, ha tenido el acierto de invitar este año a la Función Principal de Instituto de sus cultos de regla, en la homilía de la Misa Solemne y se refirió a esa figura bíblica, de mención reiterada en las lecturas de  las celebraciones religiosas de la pasada Festividad de la Candelaria: El anciano Simeón y su profecía del puñal que traspasaría el corazón de la Virgen.

La presencia de  este abuelo creyente en Dios y conocedor de las Escrituras  la recoge el evangelista Lucas diciendo que a Simeón le había sido revelado por el Espíritu Santo que no llegaría a la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Fue al Templo y cuando entraban con Jesús sus padres para cumplir lo acostumbrado según la ley, tomó al Niño en brazos diciendo a Dios “mis ojos han visto a tu Salvador”. Lo bendijo y dijo a María, su madre “será como un signo de contradicción y a ti misma una espada te traspasará el alma”

La piedad de los antiguos cristianos numeró en siete la suma  de los dolores sufridos por la Virgen María, agudos como la herida de la espada aventurada proféticamente desde ese momento.

Son los siete dolores que aparecían representados en los siete puñales que se clavaban en el corazón de las primitivas imágenes de María: La Profecía de Simeón. La Huida a Egipto. La pérdida de Jesús en el Templo. El encuentro en el Vía Crucis. La Crucifixión. El Descendimiento de la Cruz y el Entierro.

Hoy es un solo puñal el que muestran nuestras Dolorosas en los pasos de palio como símbolo de todos ellos. Simeón, el viejecito, justo y piadoso, de las palabras proféticas, fue el precursor.

De ese conjunto de simbolismos que es un paso de palio – Juan Carrero, el irrepetible analista de las cofradías, diría, con un término que no me gusta del todo: simulacros - el puñal es el primero que aparece rasgando el pecho inmaculado de la Madre del Redentor.

Fray Carlos, el querido Cardenal Amigo, cuya presencia en el templo parroquial saltereño, fue acogida con una prolongada salva de aplausos, se refirió a él y al olivo, signo de la paz.


Hoy, nuestros comentaristas de radio y televisión suelen olvidarse de estas cosas y ofrecen el tiempo a las redes sociales.

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