La reflexión profunda a la que invitan muchas viñetas
humorísticas es un legado del recordado Migote que ejercitan con indudable
acierto no pocos de los actuales cultivadores de ese género del periodismo.
En torno a la pesadísima cuestión catalana aporta hoy su
peculiar visión el dibujante Esteban que en su cuadrilátero del Diario de
Sevilla pone en boca de uno con alborotada melena a lo Puigdemont que pinta dialogando con otros una ingeniosa
frase: Creo que vamos a tener que adelantar el referéndum sine die.
Tuve una compañera de facultad que afirmaba convencida que
algunos chistes de los periódicos encierran más mensajes que un editorial
tramado con materiales de pensamiento profundo.
Y encima hace reír. Que no es poco hoy.
El chiste en la prensa es como ese viandante conocido que
cuando se cruza con nosotros siempre nos deja un mensaje de optimismo. Todo lo
contrario del posma que se pone a nuestro lado y no para de describirnos
enfermedades, accidentes y tragedias.
Muchas veces he pensado que a estos ciudadanos debían
colgarles al cuello un mensaje de aviso. No sería una decisión de convivencia
ajena a los usos y costumbres de otras épocas.
Tiempo hubo que a los mendigos se les exigía que se
identificasen mostrando el permiso que habían de conseguir del municipio para
ejercer su actividad. Y a las prostitutas que completasen su atuendo con prendas
y colores que denotasen el ejercicio de la que llaman profesión más antigua del
universo. (Práctica que hubieron de abandonar porque a fin de atraer las
miradas de los hombres pronto fueron imitadas por las damitas pertenecientes al
estrato social del recato y las buenas costumbres).
Como contrapeso de las páginas de las esquelas
mortuorias, convendría publicar hoy más tiras divertidas como la de Esteban y
por supuesto volver a las notas de sociedad insertando los cumpleaños de los lectores
que alcancen por los menos los noventa tacos.
Sería una buena idea para que los diarios se vendieran
más.
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